Baal HaSulam, “Arvut“ (Garantía mutua): De este modo, la porción que se entrega en las manos de los extranjeros no será asegurada por ninguna persona de Israel porque sus amigos no podrán satisfacer esas necesidades ya que ellos no están en posesión de estas. En consecuencia, mientras que el individuo esté en dificultades por asuntos propios, él no es apto ni siquiera para empezar a guardar la Mitzvá, “Ama a tú amigo como a ti mismo“. Al corregir el deseo de recibir con el fin de otorgar, nosotros podemos dividir esto en dos partes:
•·Una parte puede atribuirse a acciones de otorgamiento, diseminación y conexión, cuando la persona anhela salir de sí misma, ella avanza poco a poco hacia el otorgamiento, hacia el Creador
• La segunda parte es el deseo mismo de recibir, este todavía tiene la intención a fin de recibir, pensando sólo en sí mismo de diferentes maneras, a lo que se le llama “entregar en manos de extranjeros”.
Es como si la persona estuviera “dividida”: Parte de ella está en el exilio y parte de ella está saliendo hacia la redención. De modo que mientras el deseo egoísta controle a la persona y no le permita pensar en la diseminación, en el otorgamiento, amar la conexión, etc., significa que éste no le permite preocuparse por los demás, a través de lo cual ella aprende cómo tratar con el Creador, no hay oportunidad de que ella pueda salir del exilio. Al estar en sus deseos egoístas de recibir, ella comienza a recibir golpes y a no tener elección, no tiene ya esperanza de una mejor vida corpórea porque ésta no le trae a ella ningún placer sino solamente sufrimiento. Entonces la persona está lista para escapar de Egipto, del dominio de las “naciones del mundo”, es decir de la dominación de su propio ego y esta lista para dedicarse al otorgamiento. Los golpes le ayudan a decidir que es mejor estar del otro lado, donde por lo menos no hay golpes. Esto ayuda a la persona a deshacerse de la parte que está bajo el dominio de los extraños, a limitarse y a moverse hacia el lado del otorgamiento donde ella comienza a hacer esfuerzos. A esto se le llama el “camino del sufrimiento“. Al mismo tiempo existe el “camino de la Torá“, donde por diferentes acciones nosotros convocamos la Luz que Reforma nuestra actitud, haciendo hincapié en el sentimiento bueno y hermoso del otorgamiento. Esta Luz cambia mi conjunto de valores y me deja sentir que el otorgamiento es sublime, respetable y bueno. Así es cómo se me representa y entonces yo siento con más fuerza la atracción por el otorgamiento y estoy listo para restringir la parte receptora que ahora me parece despreciable. De este modo es cómo yo avanzo con la ayuda de la Luz, por el camino de “Yo lo aceleraré”. Nosotros podemos seguir un camino o el otro, pero la persona debería siempre verse a sí misma como “medio culpable y medio inocente”. Una parte de ella está bajo el dominio de los amigos en el grupo, donde ella está lista para el otorgamiento y la conexión, su otra parte está bajo la dominación de los extranjeros. Nosotros estamos hablando de esta clase de persona, no de aquellos que están totalmente sumergidos en las pasiones de este mundo, que no pueden dejarlas y no sienten la aspiración para elevarse por encima de sí mismos.
•·Una parte puede atribuirse a acciones de otorgamiento, diseminación y conexión, cuando la persona anhela salir de sí misma, ella avanza poco a poco hacia el otorgamiento, hacia el Creador
• La segunda parte es el deseo mismo de recibir, este todavía tiene la intención a fin de recibir, pensando sólo en sí mismo de diferentes maneras, a lo que se le llama “entregar en manos de extranjeros”.
Es como si la persona estuviera “dividida”: Parte de ella está en el exilio y parte de ella está saliendo hacia la redención. De modo que mientras el deseo egoísta controle a la persona y no le permita pensar en la diseminación, en el otorgamiento, amar la conexión, etc., significa que éste no le permite preocuparse por los demás, a través de lo cual ella aprende cómo tratar con el Creador, no hay oportunidad de que ella pueda salir del exilio. Al estar en sus deseos egoístas de recibir, ella comienza a recibir golpes y a no tener elección, no tiene ya esperanza de una mejor vida corpórea porque ésta no le trae a ella ningún placer sino solamente sufrimiento. Entonces la persona está lista para escapar de Egipto, del dominio de las “naciones del mundo”, es decir de la dominación de su propio ego y esta lista para dedicarse al otorgamiento. Los golpes le ayudan a decidir que es mejor estar del otro lado, donde por lo menos no hay golpes. Esto ayuda a la persona a deshacerse de la parte que está bajo el dominio de los extraños, a limitarse y a moverse hacia el lado del otorgamiento donde ella comienza a hacer esfuerzos. A esto se le llama el “camino del sufrimiento“. Al mismo tiempo existe el “camino de la Torá“, donde por diferentes acciones nosotros convocamos la Luz que Reforma nuestra actitud, haciendo hincapié en el sentimiento bueno y hermoso del otorgamiento. Esta Luz cambia mi conjunto de valores y me deja sentir que el otorgamiento es sublime, respetable y bueno. Así es cómo se me representa y entonces yo siento con más fuerza la atracción por el otorgamiento y estoy listo para restringir la parte receptora que ahora me parece despreciable. De este modo es cómo yo avanzo con la ayuda de la Luz, por el camino de “Yo lo aceleraré”. Nosotros podemos seguir un camino o el otro, pero la persona debería siempre verse a sí misma como “medio culpable y medio inocente”. Una parte de ella está bajo el dominio de los amigos en el grupo, donde ella está lista para el otorgamiento y la conexión, su otra parte está bajo la dominación de los extranjeros. Nosotros estamos hablando de esta clase de persona, no de aquellos que están totalmente sumergidos en las pasiones de este mundo, que no pueden dejarlas y no sienten la aspiración para elevarse por encima de sí mismos.
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