Baal HaSulam, “Introducción al estudio de las Diez Sefirot“, ítem 138: Aun así, debes saber que la distancia entre las vestiduras de la Torá en este mundo y las vestiduras de la Torá en el mundo de Atzilut es inconmensurable. “Las vestiduras de la Torá” se refiere a trazados imaginarios. En realidad, no hay vestidura alguna, sino que existe la Luz y la vasija que describe su propia “realidad” en relación a la Luz hasta el grado de su similitud. La Luz es sinónimo de otorgamiento absoluto y la sensación de la vasija depende del nivel de su correspondencia con la Luz. Esto es lo que queremos decir con vestiduras de la Torá, las envolturas que ocultan la Luz de la vasija, de la persona. Por supuesto, en el nivel de este mundo, donde uno es corrupto al máximo, esas pantallas que cubren la Luz son los recubrimientos más grandes posibles. Más aun, la Torá en sí, es decir la Luz dentro de las vestiduras, no cambia en absoluto entre la Torá de Atzilut y la Torá de este mundo, como está escrito, “Yo el Señor no cambio” (Malaquías 3:6) La Luz permanece constantemente en completo reposo; sin embargo, esta desciende a la persona dependiendo de su propio nivel. Pasa por las “vestiduras”, las cuales están destinadas a ayudar de tal manera que la persona las adquiera y cubra su ego, al hacerlo ella revela la Luz, ya que ella se las arregla para cambiar el tipo de vestiduras de que ocultan, a vestidura que revelan. Esto es así porque el ocultamiento es la razón para la revelación. Tras su corrección, durante la revelación, el ocultamiento es a la revelación como una mecha a la Luz que la sostiene. Mientras más grande sea el ocultamiento, más grande es la Luz que se aferra a éste cuando está corregido. Entonces, el valor todas esas crudas vestiduras en las que está vestida la Torá en este mundo, no es inferior en absoluto a la Luz que las viste, es todo lo contrario. Señalemos la Luz con rojo y las vestiduras con azul. Mientras más bajo descendamos a través de los mundos de Atzilut, Beria, Yetzira y Assiya (ABYA), más vestiduras encontramos. La Luz de Infinito es constante; todo depende del lugar dónde esté la persona receptora. Por supuesto, las mayores vestiduras del mundo de Assiya finalmente le revelan a la persona la Luz más poderosa. Esto es llamado “el orden inverso de la Luz y las vasijas”.
Pregunta: ¿Qué son en realidad esas vestiduras?
Pregunta: ¿Qué son en realidad esas vestiduras?
Dr: Laitman Pantallas de ocultamiento. En la espiritualidad, hay una ley de similitud de propiedades: si posees un cierto potencial negativo (-), la Luz se manifestará negativamente (-) para que haya igualdad entre ellos (=). De otra manera, eres incapaz de seguir vivo. La Luz debe disminuirse hasta tu nivel: Es por eso que existe el sistema de los mundos (Olamot), el sistema de ocultamientos (Alamot): La Luz disminuye según la medida en la que puedas tolerarla.
Pregunta: ¿Qué convierte las vestiduras que ocultan en vestiduras que revelan?
Pregunta: ¿Qué convierte las vestiduras que ocultan en vestiduras que revelan?
Dr: Laitman La persona lo hace. Al elevarse por encima de la razón, ella toma una decisión de crear una vestidura y exige que esta oculte su egoísmo; al mismo tiempo, ella se esfuerza por estar por encima de su ego y elevarse al nivel de otorgamiento. Así es como la persona adquiere una pantalla y comienza a trabajar “por encima” de esta. De la misma manera, el fuego se aferra a la mecha: la profundidad de nuestros deseos, nuestra separación del Creador, y nuestras aspiraciones, trascienden eventualmente hasta la Luz. No existe la Luz por sí misma. Nuestros esfuerzos aumentan el grosor del deseo y la oscuridad comienza a iluminarse. Sin la mecha no hay fuego ya que el fuego no puede encenderse en el vacío; se necesita combustible, el cual brillará e iluminará como la Luz.
Pregunta: ¿Qué necesitamos para eso?
Dr: Laitman Debemos aceptar el ocultamiento como la ayuda más grande que nos permite movernos gradualmente hacia adelante y acercarnos a la fuerza dadora
Pregunta: ¿Qué necesitamos para eso?
Dr: Laitman Debemos aceptar el ocultamiento como la ayuda más grande que nos permite movernos gradualmente hacia adelante y acercarnos a la fuerza dadora
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