Tenemos que examinar qué condiciones y reglas y qué
tipo de conexión debe haber entre nosotros, para que sintamos de manera general
la conexión mutua
como un sistema espiritual. En este sistema, cada uno se anula y se
conecta con los demás al incorporarse en los deseos e impresiones de ellos, en
sus pensamientos y metas, como si fueran los suyos propios.
Cada uno cambia y anula su deseo, lo cual lo
convierte en alguien sin forma. “Personalmente, yo no necesito nada. Deseo
recibir tus deseos y cumplirlos para ti”. Esto quiere decir que estoy
“investido” en la forma del otorgamiento como si me vistiera con nuevo traje. Mi
deseo se convierte en la materia prima, en una masa informe. Éste tiene poder y
potencial, pero ahora tú estás guiándome hacia donde quieras, hacia lo que es
bueno para ti.
Este es un “siervo de Dios”, una persona que se
dedica al servicio del otorgamiento. Esto nos permite estar conectados
mutuamente entre nosotros en la red espiritual
en la cual cada uno llena sólo el deseo de los
demás.
Entonces yo descubro que estos no son deseos
extraños en absoluto. Así yo comienzo a salir y de inmediato me parece que sólo
existe un deseo colectivo general mutuo.
Resulta que el sistema es armonioso, y este deseo
especial no es típico de la “pierna” o del “brazo”, o de cualquier otra parte
que yo haya podido imaginar, sino del todo. Descubro que el sistema tiene una
mente, una parte interna. Yo lo descubro y recibo instrucciones de éste a través
de todo el sistema y me conecto con él en una conexión inversa. Esta es la conexión con el
Creador, pero me llega después de que yo sienta el “cuerpo” general, la
armonía general del otorgamiento mutuo.
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