Significa que nosotros deberíamos estar usando todo en aras de las buenas conexiones entre nosotros. Todos
nosotros somos los componentes de un enorme organismo integral, que se
supone que funciona como ruedas dentadas en un mecanismo único,
alineados unos con otros, de modo que uno no esté crujiendo, el otro
resollando y el tercero girando hacia otro lado con todos sus dientes
rotos. Es
necesario que todos nosotros nos sintamos uno al otro, nos conozcamos,
entendamos el plan universal, y sepamos hacia dónde tenemos que girar
para que estemos todos bien. No puede ser que uno esté mejor a expensas
del otro; este es un mecanismo y tiene una estructura rígida. Actualmente,
la conexión no es rígida, es más flexible, es posible aflojar entre uno
y otro. Pero poco a poco los dientes del engranaje encajan, las
relaciones comienzan a ser más y más rígidas, las discrepancias de uno
con otro aumentarán nuestro sufrimiento. Mientras esto aumenta
naturalmente, nosotros le tememos al hecho de que el mecanismo se
atasque, que quedemos atrampados en una enorme guerra mundial.
Por otro
lado, la naturaleza comienza a ejercer presión sobre nosotros desde el
interior con un desencadenamiento de calamidades. Y entonces, por
supuesto, nosotros aprendemos rápidamente la apropiada interacción, pero
este es un camino muy difícil. De un modo
u otro, la humanidad comenzará a integrarse completamente, plenamente
interoperable, con igualdad absoluta, similar al socialismo pero con un
rostro verdaderamente humano.
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