Por lo tanto será castigado por
la naturaleza, es mejor que nos reunamos a mitad de camino y aceptemos las palabras de los cabalistas que Ha Teva (la naturaleza) tiene el mismo valor numérico (en hebreo) de Elokim (Dios), ochenta y seis. Entonces, seré capaz de llamar a las leyes de Dios “Mitzvot (mandamiento) de la naturaleza”, o viceversa, porque son una y la misma cosa
Pregunta: Últimamente,
tomé un curso sobre “Conducción cuidadosa”. Entre otras cosas, se me
habló de las señales de tráfico que alertan a los conductores de las
vías del ferrocarril cercanas. Si se hace caso omiso de ellas, uno puede
ser atropellado por un tren. Sin embargo, no hay señales de tráfico en
las carreteras de la vida, y somos “golpeados por los trenes” más de una
vez. Se trata de las leyes de la providencia que se supone que debemos
sentir en nuestro interior. Estudiarlas requiere tiempo. Mientras las
aprendemos, seremos golpeados por muchos “trenes”. ¿Por qué la
naturaleza no puso letreros visibles para que podamos utilizarlos y
explicarles su significado a los demás?
Dr: Laitman Sin
duda, si tuviéramos señales de tráfico en nuestro camino, podríamos
cumplir las reglas de tránsito, o al menos reconocer que violamos las
leyes de la providencia. Sin embargo, no hay señales ni sabemos qué
esperar. ¿Por qué fue establecido de esta manera? ¿Por qué sólo después
de pasar por varios accidentes, finalmente comenzamos eventualmente a
cumplir las reglas?
Para empezar, permítanme hacerles una
pregunta para contrarrestar esto: ¿Qué les hace pensar que, en este
mundo, nosotros actuamos de manera diferente? Aquí tenemos un ejemplo:
Nosotros votamos por una ley que prohíbe hablar por teléfono celular al
conducir. Cuando violamos la ley, perdemos los privilegios de conducir
durante tres meses. ¿Por qué? Esto se debe a que los profesionales de
este campo saben que hablar por teléfono mientras se conduce lleva a
múltiples accidentes y tragedias. Entonces, aquí podemos trazar un patrón
similar. Nuestra aflicción crece hasta que alcanzamos un punto crítico.
Sólo entonces creamos una especie de defensa. Anteriormente, los puentes se construían
sin parapetos. Más tarde, se dieron cuenta que las personas tienden a
caer de los puentes. Entonces, comenzaron a construir barreras de
protección. Siempre es así. Cualquier acción de nuestra parte es
provocada por pura necesidad. Las barandas no nos daban placer. De esta
forma, estas se inventaron únicamente a causa de angustia que causaba su
ausencia en los puentes y sólo después se hizo evidente la necesidad de
construirlas. El egoísmo
nos empuja a recibir placer. Las medidas preventivas y profilácticas no
nos llenan de alegría. Nosotros queremos cruzar la carretera donde se
nos dé la gana. Elegimos hacer algo que no nos pertenece, no nos importa
que esta acción nuestra sea llamada “robar”. Resulta que esta actitud
tiene una multiplicidad de diferentes sistemas sociales: Judicial,
policial, etc. En general, todos ellos tienen el propósito de atemperar
nuestro egoísmo primordial. Hoy en día, ha comenzado una nueva etapa
de desarrollo. Nosotros debemos familiarizarnos con el Creador. ¿Cómo?
Si seguimos sintiéndonos bien, nunca empezaremos una relación con Él,
puesto que el experimentar sensaciones agradables nunca nos empuja hacia
adelante. Todo lo que queremos es mejorar los buenos estados en los que
nos encontramos ¿Nos importa de quién y por qué recibimos placer? Para
nosotros es suficiente poder sentirlos. Nada más nos molesta, dado que
todo lo que hacemos es llenarnos a nosotros mismos, aquí y ahora. Sin embargo, tan pronto como se nos
revela el mal y nos damos cuenta que no podemos escapar de él, empezamos
a hacer preguntas, y sólo después empezamos a construir las barreras de
protección o a pisar el freno o a hacer cualquier otra cosa para
protegernos de los problemas. Nuestra naturaleza es un deseo egoísta
de recibir placer. Este deseo se manifiesta de diversas formas. Este no
nos permite protegernos o asegurarnos sin darnos una razón visible para
hacerlo. Sin embargo, cuando se trata de recibir el máximo placer, no
importa que nos aseguremos. Nuestros intentos de no perjudicar a
nuestros vecinos todavía están por fuera de este paradigma. Ellos hasta
el momento no tienen nada que ver con el otorgamiento, ni están
incluidos en nuestros planes iniciales. El placer que obtenemos es una
tentación, un soborno. Esto cubre nuestros ojos y nos aleja de una
manera correcta de pensar sin siquiera dejar que nos demos cuenta de
ello. Por lo tanto, todas nuestras
afirmaciones con respecto a las señales de tráfico son injustas. La
afirmación de ustedes es correcta sólo si no está orientada hacia la
meta: alcanzar al Creador. Es verdad sólo si no estudiamos el sistema
que Él hizo para nosotros de tal manera que nos familiaricemos con el
maestro que lo creó. Tenemos que averiguar exactamente lo que
Él hace con la ayuda del sistema que creó y en qué formas gobierna este
sistema. Es como si nos tragáramos este sistema y lo dejáramos reposar
en nuestro interior. Entonces, empezaremos a seguir sus leyes. Éste
continúa trabajando en nosotros, pero, desde este punto en adelante, lo
supervisamos, lo analizamos y lo controlamos. De esto se trata nuestro libre albedrío.
Al controlar el sistema, revisamos por nosotros mismos constantemente
si nuestras acciones se corresponden con lo que Él haría. Como está
escrito: “por delante y en detrás Tú me has acorralado”. Así nos
familiarizamos con el Creador y tratamos de ser semejantes a Él e
incluso de superarlo un poco. Corremos hacia adelante y tratamos de
predecir Sus acciones. Al actuar así, aprendemos tanto desde atrás como
desde el frente. En general, todo lo que necesitamos para
nuestra auto corrección vendrá a nosotros en el momento oportuno. Todo
el sistema no sólo es preciso, sino absoluto. Este nos envía porciones
ideales a todos y cada uno en todas las circunstancias posibles. Si
nosotros recibiéramos un gramo menos, lo sentiríamos como una desgracia
que no tuvo su origen en el amor. Si recibiéramos un gramo más, esta adición tampoco provendría del amor, dado que nos privaría de la libertad de elección. Nosotros todavía no podemos justificar
Su gobierno, pero no tenemos que justificarlo en el momento. Por el
momento no debemos tratar de ser justos. Se nos dice que aquellos que
comparten la aflicción de las demás personas, las consuelan. Por lo
tanto, ellos justifican al Creador por medio de sus sufrimientos.
Después de finalizar nuestro camino, nosotros lo justificaremos todo.
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