El rezo no es mi sensación con respecto a alguien. El rezo significa
que descubro lo que necesito cambiar en mí y me vuelvo hacia el Creador
como mi compañero, sabiendo que Él es lo más grande y determinante,
para que Él corrija mi relación con la creación. Porque en ese momento
veo algo malo y automáticamente lo culpo a Él. Y de ninguna manera
quiero acusarlo.
La corrección es posible sólo debido a
que no quiero condenar al Creador por la forma corrupta y mala en la que
aparece ante mí la creación. Pero no para que otro o yo dejemos de
sufrir y vivamos mejor, o lo opuesto, no para que alguien se desvanezca
porque sería mejor que ningún villano viviera. Yo no pido por su corrección, sino por
la conexión de mi visión. Después de todo, yo veo el mal ante mí debido a
que “todo aquel que juzga lo hace desde su propio defecto”. Necesitamos
trabajar todo el tiempo en este punto; refinarlo y aclararlo cada vez
más. Cuando haya agudizado precisamente este punto de vista del mundo
de pronto veré que el mundo entero está alineado, que todo está bien,
que todo es bueno y hermoso. El Creador arregla al mundo entero en
armonía completa y sólo me muestra intencionalmente algún tipo de parche
borroso a veces aquí, a veces allá. Entonces Él juega conmigo
haciéndome creer que hay algo que está distorsionado aquí, allá y así.
Pero todo esto es para que yo enderece mi rumbo, entonces toda esta
imagen parecerá ideal.
Siempre hay una imagen, un cuadro del
mundo del Infinito, pero yo absorbo este Infinito dentro de mi sistema
egoísta y por consiguiente en su lugar veo este mundo.
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