El
hilo común de cualquier seminario debe ser el pensamiento de que si
queremos sentirnos bien, no hay otro camino que darnos cuenta que somos
parte de un sistema unificado y que estamos totalmente interconectados. Esto significa que si actuamos como
iguales, como si fuéramos miembros de una familia, seríamos capaces de
llevar buenas vidas porque seríamos compatibles con la naturaleza. En este momento, la naturaleza no
necesita que nosotros seamos “anti-egoístas”, ni quiere que nos elevemos
por encima de nuestro ego. Hasta ahora, la naturaleza quiere que nos
demos cuenta del hecho que estamos todos “atados” unos a otros, que
somos dependientes unos de otros como ruedas dentadas en un mecanismo y
tenemos que “rotar” en armonía mutua. Esto es lo que la naturaleza
exige de la humanidad como un todo. Sin embargo, la humanidad que ahora
llega a siete mil millones, tiene una parte interna en ella; el papel de
esta parte interna es servir como conductor de la fuerza mutua que
puede sincronizar nuestros movimientos en una “danza común”. En
realidad, se trata del poder de la Luz. Sólo la Luz puede organizar a
todos los siete mil millones para que se consideren unos a otros e
interactúen de forma armoniosa. Es la Luz la que crea coherencia y
origina sensaciones recíprocas, mutuas en nosotros; la Luz nos influye a
todos de manera integral y unificada, llevando así a todo el sistema a
actuar. Sin embargo, para que la Luz descienda y
haga su trabajo, necesitamos un “adaptador” entre esta y la humanidad.
La parte que lleva a cabo este trabajo es llamada Israel. Nuestro papel
es mantener la conexión con la Luz. Es decir entre nosotros, en nuestro
pequeño grupo de Bnei Baruj necesitamos establecer no sólo una conexión de tipo familiar, sino algo mucho más amplio que eso. Tenemos que ser similares a la Luz en
nuestra intención para otorgarnos unos a otros de manera que nuestros
amigos se vuelvan más importantes que nosotros, para que todas nuestras
acciones beneficien y sirvan a nuestros amigos. No es suficiente con el
hecho de vivir como una familia común en un “hormiguero”. Yo existo sólo
para beneficiar a todo Bnei Baruj. Este es el verdadero trabajo en aras del otorgamiento. Así es como se manifiesta la Luz; sucede
porque nuestros deseos conjuntos son similares en sus cualidades a la
Luz, entonces la Luz se revela en nosotros y a través de nosotros al
resto de los siete mil millones. Sin embargo la Luz actúa de forma
bastante diferente en el resto de la humanidad. Primero, sólo sobre el
principio de unir a las personas: “No le hagan a los demás lo que odian
que les hagan a ustedes”. Después, la Luz gradualmente lleva a las
personas a “amar a su prójimo como sí mismos”. Hasta ahora esto se debe a
la interdependencia mutua. Sólo después que las personas alcanzan este
nivel, ellas se acercan al nivel de “amar al Creador”. En correspondencia, existen tres pasos que están definidos por la Torá como mandamientos:
- No hagas a otros lo que odias para ti mismo.
- Ama a tu prójimo como a ti mismo.
- Ama al Señor tu Di-s.
Todo lo anterior se refiere a la unidad entre las personas dentro de un sistema espiritual.
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