Nosotros nos acostumbramos a la constante sensación de ansiedad, a la
incertidumbre, a esperar las sirenas y a la imposibilidad de dormir en
la noche. La guerra aparentemente terminó, pero
sentimos que no hemos logrado la paz, la seguridad, ni la solución a
este conflicto. Se firmó un acuerdo, pero nadie cree en él. Ya hemos
sido testigos de siete acuerdos de alto al fuego que fueron violados.
¿Dónde está la garantía de que cumplirán este acuerdo?. La presión externa es cada vez mayor, e
Israel se encuentra en aislamiento internacional. Esta guerra le hizo un
gran daño a la economía de Israel y produjo una ola de despidos. Hay
una sensación de inseguridad socavando nuestros cimientos: en el
ejército, en el gobierno. ¿Qué está pasándonos y qué podemos hacer en
esta situación?
Dr: Laitman
Realmente me identifico con esta sensación general de miedo, ansiedad,
frustración, amargura e impotencia, al mismo tiempo me lleno de una
esperanza y confianza, que no existía antes. Me parece que esta vez nuestro pueblo
por fin siente toda la inestabilidad de nuestra posición, será capaz de
despertar a la exigencia correcta de seguridad y estabilidad que no fue
atendida e incluso fue abandonada antes. Recuerdo que la Guerra de los Seis Días
despertaba emociones tan fuertes en mí como si hubiera nacido de nuevo.
Me sentía como un judío, con mi propio país, que ahora se consolidaba
correctamente, se movía hacia adelante y construía en un nuevo camino. A
partir de ese momento empecé a hacer todo lo posible por salir de la
antigua Unión Soviética y mudarme a Israel. Durante siete años, de 1966 a
1974, fui rechazado y luché por la oportunidad de repatriarme. Había una sensación de que Israel estaba
moviéndose en la dirección correcta. Pero cuando llegué a Israel, sentí
que la gente estaba en una especie de euforia después de la Guerra de
los Seis Días. Había una sensación de que éramos más fuertes y no nos
preocupamos por el resto del mundo. Éramos como un niño seguro de sí
mismo que no entiende sus propios límites, sus fortalezas y sus deberes. Esta victoria produjo un efecto negativo
en nuestra gente, llenándola con tanto orgullo que fue más allá de los
límites del orgullo nacional necesario. Perdimos el sentido de
moderación y salimos de balance, dejando de lado todos los límites que
teníamos que establecer para nosotros mismos. Teníamos que educar a
nuestra gente y organizar la vida dentro del país y por fuera de él de
la manera correcta. Pero en lugar de todo esto, solo había una sensación
de desprecio, orgullo y confianza de nuestro heroísmo. Después de la Guerra de Yom Kippur,
no se notaba que la nación hubieras recibido alguna corrección. Creo
que Golda Meir, quien era jefe del gobierno en ese momento, esperaba que
se hubiera hecho un análisis interno serio, una reconsideración de su
actitud, y alcanzar una especie de equilibrio entre las partes en
conflicto. Pero esto no sucedió. Es como si la gente estuviera sorda. Todas las operaciones militares
posteriores dejaron la misma huella, la guerra del Líbano, los ataques
terroristas, los atentados con bombas en los autobuses, era una guerra
exhaustiva contra los terroristas. La Guerra del Golfo se agregó a esto,
cuando no podíamos hacer nada contra los misiles de Saddam que fueron
lanzados contra nosotros. Tuvimos gran cantidad de oportunidades para el
análisis interno, pero nosotros no las usamos. Sólo ahora, en la última guerra, es la
primera vez que sentimos que estamos en contra de un enemigo que no
puede ser derrotado por los medios convencionales. No hay con quien
firmar un acuerdo de paz, porque no se trata de un estado, sino
simplemente de una banda de terroristas con los que nada puede hacerse. Es posible luchar, entrar en una
batalla, llegar a algún tipo de resultado, y luego firmar un acuerdo y
dejar las cosas así con un país. Tendríamos que haber sabido que estos
acuerdos se ejecutarían al menos hasta cierto punto y nos mantendrían en
algún marco. Pero aquí no hay un cuerpo con el que
pueda firmarse un acuerdo. Por supuesto, los acuerdos que firmamos ahora
no valen nada. Una vez que los terroristas tengan una oportunidad,
inmediatamente nos atacarán sin recordar siquiera el papel en el que
firmaron con sus nombres. Además, nosotros no firmamos un acuerdo
con ellos porque no le reconocemos este derecho a Hamas. Ellos no
reconocen nuestro derecho a la existencia. La guerra contra los
terroristas es una guerra con un enemigo sin rostro. Ellos pueden
prometerles algo hoy y mañana hacer lo que quieran. Por lo tanto, ciertamente no lograremos
ningún acuerdo de paz. El alto al fuego puede durar meses o años o puede
terminar mañana. Todo el mundo es consciente de ello: tanto nosotros
como ellos. Nosotros estábamos bajo la presión de las Naciones Unidas,
de Estados Unidos y de Europa, pero entendemos que estos acuerdos no
tienen valor porque tienen el mismo problema con estos terroristas. Por lo tanto, quieren acuerdos firmados
con ellos a costa nuestra que le permitan a Europa y a América existir
en paz. Ellos arrojan a Israel como tirándole un hueso al perro. Tenemos
que tratar de no convertirnos en un hueso así, porque somos
dependientes de Europa y de Estados Unidos, da tal forma que estamos en
una situación difícil.
Pero todas estas condiciones despiertan
muchas esperanzas en mí con respecto al hecho de que el pueblo de Israel
finalmente empezará a averiguar cuál es la solución, de qué dependemos,
qué fuerza puede ayudarnos, y dónde está. Entonces reconstruiremos
nuestras vidas de una manera nueva.
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