Ellos comienzan a
entender que se enfrentan a una enorme montaña de mal, la palabra
“Sinaí” se deriva de la palabra “odio” (odio mutuo) en hebreo, el
rechazo profundo que la gente siente hacia el otro, que es mucho mayor
al que sentían en Egipto. Mientras que en Egipto o en la antigua
Babilonia no lo entendían ni eran plenamente conscientes de ello; ahora
el mal se les revela al máximo. Como resultado, las personas se sienten
perplejas, impotentes, y no pueden ni siquiera imaginar qué deben hacer.
Pero Moisés alivia la mente de ellos, prometiéndoles organizar y
arreglar la conexión entre ellos y el Creador. Este es su rol, dado que
él es el vínculo entre el pueblo de Israel y la fuerza superior. La
gente no sería capaz de hacer nada sin su ayuda y guía, sin la conexión
de él con el Creador. Él sube al Mt. Sinaí, mientras que las
personas no sienten esta conexión y están listas para volver Egipto.
¡Lo más importante para ellos es sentir que tienen algo, algo a que
aferrarse! El odio asusta a la gente sencilla. Imagínese que viven en un edificio de
apartamentos en el que todos los odian profundamente. Ustedes tienen
miedo de salir de su apartamento, de abrir una ventana, sienten
corrientes de gran odio por todos los lados, no pueden dormir y están
perdiendo su apetito. ¡Esta es una situación terrible! Esto es
exactamente lo que siente la gente que está parada ante el Monte Sinaí.
La verdadera naturaleza de su ego se les revela y ellos ven que no
pueden superarlo de ninguna manera, puesto que se ha ido la conexión con
el Creador quien les ayudaba no hace mucho tiempo. Pero Moisés les promete que ascenderá a
este nivel de conexión, establecerá el contacto entre ellos, y los
sacará de ese odio. Sólo él puede ascender por encima de la montaña del
ego, pero se trata sólo de uno pequeño atributo en nosotros. En el momento en que él se separa de la
gente, ellos pierden la esperanza de conectarse con el Creador y la
única esperanza que ven es en la creación del becerro de oro, que creen
que puede unirlos. No tienen nada más de donde aferrarse. Ellos están listos para desprenderse sus
joyas de oro y donarlas para que algo los una. Esto se debe a que en
comparación con el profundo odio que sienten, el pequeño ego que se
inviste en el becerro de oro al menos los conecta de manera egoísta
hasta cierto punto.
Cuando desciende del Monte Sinaí, Moisés
se acerca más a las personas, deseando conectarlas con el Creador por
medio de él y establecer el contacto entre ellos, pero él ve que una vez
más se inclinan ante su ego (el becerro de oro). Luego él rompe las dos
tablas del pacto recibidas en el monte Sinaí, que ahora no son
adecuadas para las personas, dado que han caído a un nivel diferente. Moisés sube a la montaña, lo cual
significa nuevamente al ego, y cuando se conecta con el nivel superior
de amor y otorgamiento por encima de él, recibe una segunda instrucción
del Creador. Cuando desciende de este nivel espiritual le trae al pueblo
el plan de unidad: la revelación del Creador por medio de su
acercamiento cada vez mayor a la unidad interna entre ellos. El plan incluye todas las grandes leyes
de la Torá, la más importante es “ama a tu prójimo como a ti mismo”,
la gente es lista para cumplirla y unirse. El día en que Moisés desciende la segunda vez desde el monte Sinaí es llamado Yom Kippur
(Día del Perdón). Él le trae al pueblo las dos tablas, es decir las
diez condiciones en contraste con las diez plagas de Egipto. Mediante el
cumplimiento de estas condiciones en el nivel espiritual, ellos
alcanzan un nivel de unidad entre sí en el que se revela el Creador y se
funden en completa unidad con Él. Este es el propósito de su
corrección.
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