Como resultado no podemos conocer este mundo, que es la totalidad de
todos los niveles: inanimado, vegetativo, animado y humano. No podemos, ante todo, porque no nos
conocemos a nosotros mismos. Tenemos que admitir el hecho de que incluso
la psicología no es una ciencia en el verdadero sentido. La esencia de
la persona sigue siendo un enigma para nosotros. Vemos el resultado y
las consecuencias de los distintos procesos en nosotros por medio de
nuestras reacciones a algo y las estudiamos de una forma muy limitada,
dado que somos dependientes y muy limitados en nuestras evaluaciones. Es más, somos impotentes cuando queremos
ascender a un nivel más elevado, a aquel que nos creó, e incluso más
alto, al plan de la creación. A juzgar por los diversos eventos y por
nuestra propia experiencia personal mientras avanzamos, vemos que todas
las fuerzas de la naturaleza están en un sistema que es total e
integral. Estas fuerzas operan de acuerdo a ciertos procesos y son
operadas de acuerdo a cierto plan general del cual no sabemos nada pero
en el que estamos incluidos. No obstante, el inanimado, el vegetativo
y el animado de la naturaleza completan el plan instintivamente, por
medio del comando de órdenes de la naturaleza, mientras que nosotros,
junto con la sensación de que estamos involucrados en esto, tenemos una
sensación de que realizamos nuestras propias acciones. Si pudiéramos acercarnos al estudio de
la naturaleza basados en estas dos fuerzas, quizá podríamos obtener
algo. Pero la ciencia en total no está ocupada en la investigación del
nivel humano, porque no tenemos medios reales para medirlo. En consecuencia, solo observamos lo que
está ocurriendo y esta es la esencia de nuestros estudios. Observamos,
recogemos datos y establecemos un sistema de conocimiento científico.
Además, usamos nuestras modestas opciones para influir en los distintos
fenómenos y estados de la naturaleza del inanimado, vegetativo y
animado, así como del hombre, y observamos la reacción que nos permite
entender algo.
Aunque ignoremos el hecho de que todas
nuestras observaciones y estudios están basados en nuestra percepción
subjetiva, aun así los resultados son un resumen, que en esencia, nos da
poco. Después de todo, estos se derivan de nuestros cinco sentidos
limitados. Al estudiar la flora y la fauna, podemos
ver el rango de nuestra percepción, pero estos resultados son
inciertos, los comparamos con nosotros mismos y no con el estándar
presente. Nuestra visión tridimensional, el golpe de nuestro pulso, el
movimiento del sol y la luna que miden el día, las eras geológicas y la
edad del universo, son medidas muy subjetivas. Por lo tanto, nuestro deseo de conocer
el universo no es en realidad tan serio. La persona es como un niño que
se atribuye a sí mismo habilidades irreales. Eventualmente usamos solo
las fuerzas de la naturaleza que podemos alcanzar. Las recogemos y
presentamos en simples dibujos y las usamos de acuerdo a nuestras
habilidades. No nos diferenciamos mucho del hombre
prehistórico que usaba un palo con el fin de construir o destruir.
Nuestros palos son un poco distintos: aceleradores de partículas,
observatorios, etc., pero el principio es el mismo. Somos como bebés que
quieren tocarlo todo y ponerlo en su boca, solo que estamos en otro
nivel. Ni siquiera somos conscientes de cuán
limitados somos. Aquí y allí descubrimos que la naturaleza es mucho más
amplia y profunda, pero no sabemos hacia dónde y cómo se expande. No
podemos penetrar en las dimensiones más elevadas o salir de nuestra
aldea tridimensional: de las coordenadas de tiempo, espacio y
movimiento.
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