Sin embargo, a pesar de entender las
especificaciones originales de la naturaleza, también vemos nuestros
defectos que hacen que sea imposible soportar las exigencias de la
naturaleza y que no permiten la construcción de una vida normal, incluso
en términos meramente fisiológicas. Por lo que parece, esto requiere de un
trabajo por nuestra parte, un trabajo duro que no es inherente sólo a la
libertad humana de elección. Y la libertad de pensamiento, palabra y
obra, lo cual hace posible la construcción de una vida independiente, se
expresa particularmente en el enfoque correcto con respecto a la
familia. En consecuencia, nosotros debemos llenar a través de nuestra
naturaleza lo que no ha sido activado instintivamente dentro de
nosotros. Yo debo ser leal a la familia, fiel a la
crianza y educación de los hijos hasta que sean capaces de valerse por
sí mismos y de comenzar a establecer sus propias familias. Y de acuerdo a
la tradición judía, a pesar de que la persona llega a la edad adulta a
los trece años y realmente se vuelve un adulto independiente a la edad
de veinte años, incluso esto es relativo. Hasta entonces, la naturaleza
nos obliga a cuidar de él.
Hoy en día es difícil que las personas
mantengan una familia durante un largo periodo de tiempo. Esto demuestra
una vez más la crisis en la que nos encontramos. Hace cincuenta o sesenta años, los
divorcios parecía un gran desastre. Las personas discutían tales casos
como algo sorprendente e incomprensible, como algo excepcional.
Entonces, mientras no hubo acuerdo social sobre este tema, los divorcios
no fueron fáciles ni aceptables. Las personas se divorciaban en casos
muy raros. Hoy en día es difícil siquiera imaginar qué tendría que
sucederle a la gente para que estuviera preparada para este tipo de
situación. Sin embargo, en el último medio siglo,
la situación ha cambiado drásticamente. Ahora la mayoría de parejas se
divorcian, la gente se casa un par de veces y crían a sus hijos de
diferentes matrimonios. Esto ya no sorprende a nadie. A veces las
mujeres prefieren tener hijos sin un marido y por lo general no quieren
casarse. Cuando aparezco ante una audiencia, a
veces le pregunto al público de 2000 a 3000 personas, “¿Cuántos solteros
hay aquí en esta sala?” De esta manera se dan cuenta que más del 80% de
los participantes no están en una relación familiar. Y estamos hablando
de personas entre las edades de 30 a 40 en promedio. Después de eso les pregunto: “¿Quiénes
de ustedes están dispuestos a casarse?” Entonces la mayor parte de los
que responden positivamente son hombres, no mujeres, lo cual confirma
que esto es cierto. En algún lugar por dentro, las mujeres no sienten la
necesidad de la familia y niños. Tal vez algo que les falta es de
alguna manera una carga para ellas, pero decidir casarse y empezar a
crear relaciones familiares, sentirse involucradas y comprometidas es
tan difícil para nuestro creciente ego, que prefieren quedarse solteras. Ellas pueden cuidar de sí mismas con
relativa facilidad. Pueden proveerse todo lo necesario. Especialmente en
nuestros días, las mujeres a menudo trabajan mejor que los hombres.
Además, ellas saben cómo manejar la economía doméstica. A pesar de que
están ocupadas, siguen siendo lo suficientemente libres de todo tipo de
obligaciones y están abiertas a las oportunidades que ofrece el mundo
moderno. Por otro lado, no es tan fácil para los
hombres. A ellos les falta el cuidado femenino, se sienten un poco más
“suspendidos en el aire” que las mujeres y con frecuencia no están
preparados para cuidar de sí mismos. Sin embargo, también ven la familia
como una carga, un yugo pesado. Si fuera posible, el hombre moderno
preferiría a su madre que a su esposa. La familia y los niños con todas
sus implicaciones no son para él.
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