Como un manojo de cañas, porque la Unidad y la Garantía Mutua son importantes ahora, Michael Laitman, Ph.D.
Introducción
“Si una persona toma un manojo de cañas,
no puede partirlas todas a la vez. Pero tomado una sola, incluso un niño
las parte. Así, Israel no será redimido hasta que sean todos un solo
manojo”.
(Midrash Tanhuma, Nitzavim, capítulo 1)
En la historia del pueblo judío, unidad y
garantía mutua (también conocida como responsabilidad mutua) han sido
los emblemas de nuestra nación. Innumerables sabios y líderes
espirituales han escrito acerca de su importancia, proclamando que son
el corazón, el alma de nuestra nación, declarando que la salvación y
la redención llegaran sólo cuando haya unidad en Israel.
De hecho, el concepto de unidad ha sido
preeminente, supera a la devoción al Creador y al acatamiento de los
mandamientos. Un número considerable de líderes espirituales y textos
sagrados judíos, en todas las generaciones, hacen hincapié en la
importancia de la unidad por encima de todo. El Masechet Derech Eretz Zuta, escrito, aproximadamente, en el mismo tiempo que el Talmud,
es una de las numerosas declaraciones en este sentido: “Incluso cuando
Israel adore ídolos y haya paz entre ellos, el Señor dice: ‘No tengo
ningún deseo de hacerles daño’
Pero si ellos están en disputa, ¿qué es
lo que se dice de ellos? ‘Su corazón está dividido; ahora van a cargar
con su culpa”[i]
Después de la ruina del Segundo Templo, la preeminencia de la unidad y el amor fraternal alcanzó su punto máximo. El Talmud de Babilonia,
entre muchas otras fuentes, nos enseña que la razón por la que el
Segunda Templo fue destruido fue el odio infundado y la división dentro
de Israel. Incluso, las fuentes declaran que el odio infundado es tan
perjudicial, que es igual al impacto de los tres grandes males que
causaron la ruina del Primer Templo: idolatría, incesto y asesinato. Masejet Yoma
nos enseña esa lección claramente: “El Segundo Templo ¿por qué fue
destruido? Porque había odio infundado en él, esto enseña que el odio
infundado es igual a las tres violaciones -idolatría, incesto y
asesinato- juntas” [ii]
Ciertamente, unidad, hermandad y
garantía mutua no sólo están en el ADN de la nación, sino que son la
esencia de la línea de vida que nos ha reducido aflicciones cuando las
hemos tenido y permitió que se desplieguen cuando no. En estos tiempos
de prueba de poder y narcisismo desarrollado, más que nunca, es
necesaria la unidad, sin embargo, parece más inaccesible que en
cualquier otro momento de la historia.
Hace unos treinta y cuatro siglos, a los
pies del monte Sinaí, nos paramos como un solo hombre con un solo
corazón y al hacerlo nos convertimos en una nación. Desde entonces, la
unidad nos ha sostenido a través de la lluvia y del sol, como describe
el renombrado predicador y escritor, rabino Kalonymus Kalman Halevi
Epstein, en su aclamada composición, Maor va Shemesh (Luz y
Sol): “A pesar de que en la generación de Ahab eran adoradores de
ídolos, fueron a la guerra y ganaron porque había unidad entre ellos.
Esto es aún más, cuando hay unidad en Israel y se ocupan de la Torá en
beneficio de Él. Así se someten a los que están en su contra y todo lo
que piden con su boca, el Señor se los concede”. [iii]
Después de Moisés, llegamos a Canaán, la
conquistamos, la convertimos en la Tierra de Israel y luego fuimos
exiliados otra vez. Posteriormente, un puñado de naciones -dos de las
doce tribus originales- regresaron a la tierra y establecieron el
Segundo Templo. Pero como no pudimos mantener el amor fraternal, fuimos
abrumados por el enemigo y exiliados por los siglos venideros.
Sin embargo, la división y el odio
infundado, causaron la ruina del Segundo Templo y el exilio de la nación
de su tierra, en el exilio no cesó nuestro desarrollo. Durante gran
parte de los dos últimos milenios, nos hemos mantenido a nosotros
mismos, con una separación relativa respecto a la vida cultural de las
naciones en las que residimos.
Más o menos desde la época de la
Ilustración, gradualmente hemos adoptado una cultura que nos da
diferencia personal, logro individual, exime la explotación de los más
débiles y necesitados. En las últimas décadas, como sociedad, hemos
destacado en la cultura del interés propio y de la auto-complacencia,
nos hemos convertido en todo lo contrario de la comunidad solidaria y
humana que fuimos en el inicio de nuestra nación.
En el mundo actual, el tono y el
ambiente reinante son de auto-complacencia y egoísmo, hasta el punto de
narcisismo. En su profundo libro, The Narcissism Epidemic: Living in the Age of Entitlement
(sin traducción al español), los psicólogos Jean M. Twenge y Keith
Campbell describen lo que llaman “El incesante aumento del narcisismo en
nuestra cultura” [iv] y los problemas que causa. Explican que “Estados
Unidos está sufriendo una epidemia de narcisismo. Los rasgos de
personalidad narcisista subieron tan rápido como la obesidad “.
Peor aún, continúan, “El narcisismo
crece, con puntuaciones que van más rápido en los años 2000 que en
décadas anteriores. Para el año 2006, uno de cada cuatro estudiantes
universitarios estuvo de acuerdo con la mayoría de los ítems en una
medida estándar de rasgos narcisistas”. [v]
Y la mayoría de nosotros, los judíos,
padres del principio, “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, no sólo nos
sentamos y vemos como el egoísmo celebra, sino que, también nos unimos a
la fiesta y muchas veces la iniciamos, tomando recompensas siempre que
podemos. Hemos abrazado la máxima: “A la tierra que fueras, has lo que
vieras” con entusiasmo espectacular y al hacerlo, muchos nombres judíos
se han convertido en sinónimo de riqueza y poder. No hay duda de que no
buscamos riqueza ni poder para presentar nuestro legado como superiores
al de los demás. Sin embargo, cuando los judíos ganan notoriedad en las
dos distinciones anteriores, se notan no sólo por sus logros, sino
también por su legado.
Aunque parezca injusto, los judíos y el
estado judío no son vistos de la misma manera que son otros países y
naciones. Son tratados como diferentes, tanto positiva como
negativamente.
Hay una buena razón por la que esto es
así. Cuando Abraham descubrió la fuerza singular que guía al mundo, a la
que nos referimos como “Creador”, “Dios”, HaShem, HaVaYaH (Yod-Hey-Vav-Hey,
el “Señor”), quiso hablar, sobre Él, a todo el mundo. Como babilonio de
alto estatus social y espiritual, hijo de un fabricante de ídolos y
estatuas, estaba en condiciones de ser escuchado. Pero, cuando el rey
Nimrod trató de matarlo y luego lo expulsó de Babilonia, fue a otra
parte y con el tiempo llegar a Canaán.
Sin embargo, el Rav Moshe Ben Maimon
(Maimónides) describe como a lo largo de su camino, siguió buscando
almas gemelas con quien compartir su revelación: “Empezó a convocar a
todo el mundo, para alertarlos de que hay un solo Dios en el mundo
entero. Él pregonaba, yendo de pueblo en pueblo y de reino en reino,
hasta que llegó a la tierra de Canaán, puesto que ellos [la gente en
los lugares donde vagó] se reunían en torno a él y le preguntaban acerca
de sus palabras, los instruyó a todos … hasta que los trajo de vuelta a
la senda de la verdad. Finalmente, miles y decenas de miles se
reunieron en torno a él, ellos son la gente de “la casa de Abraham”. Él
introdujo este principio en sus corazones, escribió libros al respecto e
instruyó a su hijo Isaac. Isaac se sentó y enseñó, advirtió e informó a
Jacobo y lo nombró profesor, para que se sentara y enseñara, Jacobo,
el patriarca enseñó a todos sus hijos, separó a Levi, lo hizo el líder, lo sentó y aprendió el camino de Dios ” [vi]
La composición de renombre, Kozari,
narra que de Jacobo en adelante, “La Divinidad se revela en una
agrupación y desde entonces es la cuenta por la que contamos los años de
los antepasados, de acuerdo a lo que se nos da en la ley de Moisés
[Torá] sabemos lo que pasó desde Moisés hasta nuestros días”. [vii]
Así, la unidad se convirtió en una
condición para lograr la percepción de Dios o, el Creador, como los
cabalistas se refieren a Él (por razones que no voy a detallar aquí, ya
que está más allá del alcance de este libro). Sin unidad, el logro era
simplemente imposible. Los que fueron capaces de unirse, se convirtieron
en el pueblo de Israel y alcanzaron al Creador, la fuerza singular que
crea, dirige y guía toda la realidad. Los que no estuvieron en
condiciones de hacerlo, permanecieron sin esa percepción, pero con la
sensación de que los israelitas sabían algo que ellos no y que tenía
algo que también les pertenecía, pero que no podía tener.
Esta es la raíz del odio a Israel, que
más tarde se convirtió en antisemitismo. Es la sensación de que los
judíos tienen algo que no están compartiendo con el mundo y que deberían
hacerlo.
De hecho, los judíos deben compartirlo
con el mundo. Así como Abraham trató de compartir su descubrimiento con
todos sus compañeros babilonios, los judíos, sus descendientes, debe
hacer lo mismo. Este es el significado de ser “una luz para las
naciones” Esta es la obligación a la que el gran Rav Kook, el primer
Gran Rabino de Israel, se refirió con su elocuente estilo poético cuando
escribió: “El movimiento genuino del alma israelí, en su grandeza, es
expresado sólo por su sagrada fuerza eterna, que fluye dentro de su
espíritu. Es eso lo que ha hecho, está haciendo y hará que sea una
nación que se erige como una luz para las naciones, como la redención y
la salvación del mundo entero para su propósito específico y para los
fines globales, que están relacionadas entre sí. “[viii]
Este compromiso es también al que Rav
Yehuda Leib Arie Altar se refirió con sus palabras, “Los hijos de Israel
son garantes de que recibieron la Torá con el fin de corregir al mundo y
también a las naciones ” [ix]
¿Qué es exactamente lo que estamos
obligados a transmitir a las naciones? Es la unidad, a través de la cual
se descubre la fuerza único, singular, creadora de la vida, al Señor, a
Dios. En las palabras de Rabí Shmuel Bornstein, autor de Sem
MiShmuel [Un nombre derivado de Samuel], “El objetivo de la Creación es
que todos seamos una asociación. Pero por el pecado, el asunto se llegó
a dañar tanto, que incluso los mejores de esas generaciones, no fueron
capaces de unirse para servir al Señor, pero eran unos pocos y solos”.
[x]
Por este motivo, continúa el rabino
Bornstein, sólo los que pudieron unirse lo hicieron, mientras que el
resto se separó de ellos hasta que fueran capaces de unirse. En sus
palabras, “La corrección comenzó al hacer una agrupación y asociación de
personas para servir al Creador, comenzando con Abraham, el Patriarca y
sus descendientes, por lo que sería una comunidad consolidada para la
obra de Dios. Su idea [o del Creador] de separar a la gente fue lo
primero que causó la separación en la raza humana, en tiempos de
Babilonia todos los malhechores fueron dispersados. Posteriormente
comenzó la reunión con el fin de servir al Creador, como Abraham el
Patriarca fue y juntó, en el nombre del Señor, hasta que una gran
comunidad se unió a él, esta se llamó “la gente de la casa de Abraham”
Continuó creciendo hasta convertirse en la asamblea de la congregación
de Israel …el final de la corrección será en el futuro, cuando todos se
convierte en una asociación con el fin de hacer Su voluntad de todo
corazón” [xi]
Considerando las actuales circunstancias
mundiales, es urgente que todos sepan del concepto de unidad como un
medio para alcanzar el Creador. Una vez que todos sepamos y aceptemos
ese principio, la paz y la hermandad, prevaleceran de forma natural.
De hecho, según el célebre cabalista, Rav Yehuda Ashlag, conocido como Baal HaSulam [Dueño de la Escalera] por su Sulam [escalera] comentario de El Libro del Zohar, la necesidad de conocer al Creador ha sido urgente desde hace casi un siglo. En “Paz en el Mundo“ un ensayo de principios de 1930, Baal HaSulam explica que debido a que
somos interdependientes, debemos aplicar las leyes de garantía mutua al
mundo entero. Aunque el término “globalización”, no era general en los
tratados de su tiempo, sus palabras ilustran claramente la urgente
necesidad de hacer del mundo una unidad solidificada.
Esta es la descripción de Baal HaSulam
de globalización e interdependencia: “No nos debe sorprender el hecho de
que mezcle las nociones de paz en una sociedad particular y paz en el
mundo entero, ya que en realidad hemos llegado al nivel en el que todo
el mundo puede ser considerado como un pueblo, una sociedad. En otras
palabras, en tanto cada persona es sostenida por toda la especie humana,
está obligada a servirle y cuidar del bienestar del mundo entero.
“De acuerdo con esto, la posibilidad
de establecer pacíficamente un orden bueno y feliz en un país particular
es inimaginable. No hay forma de hacer esto antes de que sea obtenido
en cada país del mundo y viceversa. Debido a que hoy los países ya
están conectados para proveerse unos a otros para las necesidades de la
vida, no tiene sentido hablar sólo de las formas de establecer la paz
dentro de un país o nación. Estas formas deben ser buscadas para el
mundo entero”. [xii]
Sin embargo, para que el mundo logre esa
unidad, esa garantía mutua, necesita un modelo a seguir, un grupo o
comunidad que se puede conseguir la unidad, alcanzar al Creador y, con
el ejemplo personal, preparar el camino para el resto de la humanidad.
Porque nosotros, los judíos, ya habíamos estado en ese punto y el mundo,
subconscientemente, siente que es nuestro deber revivir ese amor
fraternal entre nosotros, lograr esa fuerza singular y transmitir tanto
el método de unidad como el logro del Creador a la resto del mundo. Este
es el papel de los judíos: llevar la luz del Creador al mundo, ser una
luz para las naciones.
En “El amor de Dios y el amor del hombre”
Baal HaSulam describe claramente que el modus operandi: “La nación de
Israel ha sido establecida como transición. En la medida en que Israel
se purifique a sí mismo, por guardar la Torá [la ley (de unidad), que
dijimos en la introducción es la condición previa para la realización
del Creador] que transmitan su poder al resto de las naciones. Y
cuando el resto de las naciones también se juzguen a sí mismos a escala
de mérito [unir y lograr al Creador], el Mesías [la fuerza que nos saca
del egoísmo] será revelada”. [xiii]
Rav Yehuda Altar describe en forma
similar el papel de los judíos respecta al resto de las naciones:
“Parecería que los hijos de Israel, los destinatarios de la Torá, son
los deudores y no los garantes, sólo si los hijos de Israel se hacen
responsables de la corrección de todo el mundo por el poder de la Torá.
Es por esto que se les dijo: ‘Y serán ante mí un reino de sacerdotes y
una nación santa” a eso respondieron: “Lo que ha dicho el Señor, es
lo que se hará –corregir a toda la Creación. En verdad, todo depende
de los hijos de Israel. Mientras más se corrigen a sí mismos, toda la
creación les sigue. A medida que los estudiantes siguen el Rav [maestro]
que se corrige a sí mismo …del mismo modo, toda la Creación seguirá a
los hijos de Israel”. [xiv]
[i] Masejet Derech Eretz Zuta, capítulo 9.
[ii] Masejet Yoma, p 9b.
[iii] Rabino Kalonymus Kalman Halevi Epstein, Maor va Shemesh (Luz y Sol), Parashat (porción) Balac
[iv] Jean M. Twenge y W. Keith Campbell, The Narcissism Epidemic: Living in the Age of Entitlement (Free Press, Nueva York, Una división de Simon & Schuster, Inc. 2009), 1
[v] Jean M. Twenge y W. Keith Campbell, The Narcissism Epidemic, 1-2.
[vi] Rav Moshe Ben Maimon (Maimónides), Mishné Torá (Repetición de la Torá, también conocido como Yad HaChazakah (La mano poderosa)), Parte 1, “El Libro de la Ciencia“, Capítulo 1, ítem 3.
[vii] El rabino Yehuda Halevi, El Kozari, “Primer ensayo”, ítem 31, 60.
[viii] HaRav Abraham Itzjak Kook HaCohen, Cartas de la RAAIAH 3 (Mosad HaRav Kook, Jerusalén, 1950), 194-195.
[ix] Yehuda Leib Arie Altar (Admor de Gur), Sefat Emet [Idioma de la verdad], Parashat Itro [Porción, Jethro], TARLAZ (1876).
[x] El rabino Shmuel Bornstein, Mishmuel Sem [Un nombre nacido de Samuel], Haazinu [Dar oído], TARAP (1920).
[xi] Ibid.
[xii] Rav Yehuda Leib HaLevi Ashlag (Baal HaSulam) Escritos de Baal HaSulam, “Paz en el mundo” (Instituto de Investigación Ashlag, Israel, 2009), 464-5.
[xiii] Rav Yehuda Leib Halevi Ashlag (Baal HaSulam), Escritos de Baal HaSulam, “El amor de Dios y el amor del hombre” (Instituto de Investigación Ashlag, Israel, 2009), 486.
[xiv] Yehuda Leib Arie Altar (Admor de Gur), Sefat Emet [Idioma de la verdad], Parashat Itró [Porción, Jethro], TARLAZ (1876).
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