Cuando leemos El Libro del Zohar tratamos de crear un espacio común en donde aspiramos a conectar nuestros puntos en el corazón. Este es el significado de “estudiar la Torá”. Es imposible “estudiar la Torá” si no se tiene esta intención. El punto en el corazón es “Isra-El”, que se traduce como “aspirar al Creador”. A través del estudio, queremos alcanzar la Torá: la Luz que nos corrige. Entonces, revelamos al Creador en la conexión entre nosotros. En esa conexión y como corresponde, al revelar al Creador existen 125 grados, o 5 mundos, o 5 Luces NaRaNJay. Nuestro mundo es la carencia total de conexión, desde donde iniciamos nuestros esfuerzos por unificarnos. El punto final de unificación entre nosotros se llama “El Mundo del infinito”.
Así es como se revela el sistema entero del alma común, llamado Adam ha Rishon, Shejina o Maljut del Infinito. La forma de esta vasija espiritual (Kli) se llama “el Creador” (Kadosh Baruj Hu): el atributo de amor y otorgamiento. Todo existe dentro de este sistema. Toda la ciencia de la Cabalá habla solamente de cómo revelar al Creador de conformidad con la ley de la equivalencia de forma, tal como está escrito, “Desde el amor a los seres creados al amor por el Creador”. Al unirnos creamos un sistema entre nosotros que se iguala a la Fuerza Superior de otorgamiento. Esta es la imagen que siempre debemos mantener en la cabeza cuando leemos El Libro del Zohar. Debo siempre comprobar en dónde me encuentro en esta escalera que nos conecta, debo examinar lo que dice El Zohar en este momento, verificar si deseo unirme con los demás o me resisto y qué es lo que me detiene. Todo el tiempo debo pensar en una cosa: ¿cómo estoy conectado yo (Israel) con los otros a través de la fuerza que nos une (la Torá)? Dentro de nuestra conexión revelo el verdadero atributo de otorgamiento: El Creador.
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