Cuando el Ser Humano descubre la verdadera esencia del Creador y se comporta segun esa naturaleza, de otorgante o dador, ese acercamiento es tan intenso, que se da cuenta que no necesita de su religion, esta permanece solo como parte de su entorno cultural y social en este mundo.
En nuestro trabajo, hay cuatro etapas de HaVaYaH, al igual que en todo lo demás. Al principio la persona quiere tomar ventaja del Creador, a pesar de que no tiene ni idea de lo que es, y utilizar el grupo de manera egoísta en todo tipo de formas. Más tarde, él empieza a querer al menos un poco de otorgamiento. Este tipo de deseo se los da la Luz superior, al afectar constantemente a la persona y llevarla a través de los cuatro estados de la evolución, a lo largo de los pasos de la sensación y la comprensión. A pesar de que aun no revela en qué estado se encuentra en relación con la Luz, las sensaciones que siente continúan cambiando. Por lo tanto, llega a un punto en que empieza a exigir la corrección. Obviamente, todavía es un concepto egoísta ya que él es quien quiere sentirse bien y piensa que va a obtener todos los beneficios de ser capaz de otorgar. En otras palabras, sigue siendo una cuestión de “yo, yo, yo, y yo”, pero la sombra que oculta de él al Creador, está siendo modificar en profundidad y cualidad. Anteriormente, él pensaba que esta sombra estaba cubriendo simplemente al Creador. Ahora, se da cuenta que es una especie de juego como el de un adulto con un niño, donde el primero permite a éste hacer algo por su cuenta para que pueda crecer. Entonces, a la persona comienza a gustarle el ocultamiento. Esto no significa que él quiera permanecer en este, sino que está dispuesto a utilizarlo correctamente. Él lo ve como una expresión del amor que siente por él la Luz, el Creador, la naturaleza. Por lo tanto, aumenta su participación consciente en el grupo y comienza a prestar atención a cada momento. Él empieza a ver que todo este sistema “respira” todo el tiempo. Un instante ella lo aleja, otro, lo atrae, dependiendo de la “actitud” de la Luz superior, es mayor o menor el ocultamiento. La persona se involucra en todo tipo de interacciones con ella, al trabajar con estos ocultamientos, él se convierte en objetivo por así decirlo, de la Luz superior, del deseo, de todo tipo de eventos “accidentes”. El empieza atarlo todo a una sola raíz: “No hay nadie más aparte de Él”. La sombra que solía ocultarle la Luz y que sentía como una sombra de la fuerza impura se transforma en una sombra santa. Ahora, él quiere usar esta sombra para que no desaparezca, sino que siga siendo una sombra que cubre su deseo de recibir placer. En lo que se refiere a él, desea trabajar por encima de ella. Esta sombra se vuelve vital para él y se convierte en una pantalla anti egoísta que retiene su deseo egoísta. Ahora, la persona controla esta sombra de forma autónoma y lo utiliza únicamente para otorgar. Aquí yace otra de las cuatro etapas del desarrollo, del HaVaYaH completo: el otorgamiento con el fin de otorgar, seguido por la recepción con el fin de otorgar. Y en todos los estados anteriores, a través de los cuales ya pasó, él fue aprendiendo de la Luz superior: Se le reveló quién es él, su actitud hacia la Luz como las nueve Sefirot de la Luz Directa (del Creador que descienden hacia él), de tal manera que él pueda revelar las nueve Sefirot de la Luz Reflejada (de sí mismo que ascienden hacia el Creador). Por el contrario, él está aprendiendo a partir de estas ocultaciones cómo ocultarse, a su deseo tosco, egoísta, y convertirlo en uno que otorgue y ¡que sea llenado con la Luz! Así, acepta gradualmente la persona el completo ocultamiento sobre sí mismo al transformarlo de una cubierta sobre su deseo egoísta, en la pantalla y la Luz Reflejada, en la intención de otorgar. Él transforma toda la profundidad del deseo que estuvo oculto anteriormente en la fuerza de otorgamiento, en el poder del amor de los demás. De esta manera, empieza a sentir que no hay otros. Milagrosamente, al comenzar a ver en la Luz Reflejada que se expande de él, descubre que los otros que solían parecerle ajenos, extranjeros, y terribles, son exactamente lo contrario: queridos y amados. La persona acumula todas estas transformaciones al pasar por los grados de ocultamiento (de los mundos) y construye de ellas las nuevas relaciones de amor y otorgamiento. Por lo tanto, la sombra impura de los deseos egoístas se vuelve santa, y todos los ocultamientos se convierten en una revelación de amor.
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