
Rva: Esta es una observación muy sabia. El hábito es bueno para alcanzar el nivel actual. Sin embargo, con el fin de elevarse por encima de él, uno tiene que dejar su tierra, de la forma en la que lo hizo Abraham. Dejar un viejo hábito significa desear adquirir uno nuevo. Pero siempre estamos adquiriendo un nuevo hábito, una nueva naturaleza, un nuevo grado.
Si quiero aprender algo, entonces tomo un ejemplo de un especialista. Para él, esta ciencia se ha convertido en habitual, pero para mí no es así. Él tiene un conocimiento habitual, el alcance y la conducta, mientras que yo no. Pero quiero llegar a ser lo mismo que él. Es por eso que me tengo que ir detrás de mis hábitos que he adquirido en el pasado y que tengo en el nivel actual. Una vez domine este nivel, me unirá a algo superior. Sin embargo, cuando hago esto en la espiritualidad, tengo que mirar el comportamiento interno del superior, en lugar de la conducta externa. Yo no veo nada al mirar la externalidad. De alguna manera debo discernir a qué tengo que unirme en su interior, que la cualidad tengo que revelar en él, cómo usarlo para elevarme a su nivel y aprender de él. Tengo que demandar que él me eleve, porque estoy detenido por mis viejos hábitos, como por las rupturas. Por un lado, ellos me apoyan en mi nivel, pero por otro, se aferran a mí y no me deja elevarme más alto. Tengo que recibir una fuerza especial en contra de estas adherencias, en contra de los hábitos, que me saque. Estos hábitos son como la gravedad de la Tierra, como un peso que no me permite arrancar desde el suelo. Si peso 100 libras, entonces necesito una fuerza mayor a este peso para elevarme. Tiene que ser por lo menos 101 libras. De lo contrario no subiré. Y lo mismo ocurre en la espiritualidad. Tengo que pedir que el superior aplique en mí una fuerza mayor a mis hábitos actuales y vigentes. Estos son mecanismos muy simples. ¿Cómo puedo pedirle que cancele toda mi naturaleza anterior, a la que me he acostumbrado tanto? Somos como niños pequeños que están tan apegados a su vieja manta o almohada, que se aferran a ella y no permiten que se vaya por nada. Es por eso que necesito un entorno que me permita dejar atrás mis queridos hábitos y adquirir de algo nuevo, ¡algo más elevado! Es como si estuvieras escuchando una voz interior que te dice, “Vete de tu tierra”, esto es un despertar que viene desde Arriba. Esto es lo que el Creador le dice a Abraham. Porque somos sepultados en el interior de nuestros hábitos y somos incapaces de pensar siquiera en salir de ellos. Dentro de mis hábitos, me siento seguro y mejor que nunca. Si una persona siente alguna aspiración por abandonar sus hábitos, esto le llegan desde Arriba.
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