Nuestro mundo y el mundo superior entran en contacto en los deseos de otras personas. Dichos deseos puedo conectarlos con mis deseos, para que ellos se hagan similares a los míos. Por eso, existe la condición de “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Mi deseo primordial es solamente un punto. No puedo recibir nada dentro de él. Este punto no tiene volumen. Si puedo conectar conmigo un deseo de otra persona, aceptarlo como mi propio, entonces, actúo de una manera muy interesante: con el fin de llenar dicho deseo, pido que me den la Luz. La Luz llega, pasa a través de mi y yo lleno este deseo. Si, de esa manera, conecto conmigo un deseo más grande y luego otros deseos cada vez más grandes, entonces alcanzo el mundo del Infinito. El mundo del Infinito son todos los puntos en todos los corazones. En este caso, toda la Luz del Infinito pasa a través de mí y la percibo en todos los deseos que parecían ajenos. Esto ocurre puesto que los he conectado a mí y ellos se han convertido en mis propios deseos.
Esto clarifica la máxima “Ama a tu prójimo como a ti mismo”: “tú” (un egoísta) “amas a tu prójimo” (a todos los demás, para que ellos se conviertan en prójimos para ti) “como a ti mismo” (conectas sus deseos a ti mismo). Entonces, uno dejará pasar la Luz Superior a través de él. Él va a recibirla dentro de los deseos, que ha conectado a sí mismo, ya que ahora son sus propios deseos. Así, alcanzaremos la eternidad, la perfección y el mundo del Infinito. Esta es la esencia de nuestro trabajo.
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