
“Cuando el juego fue detenido, el resultado dejó a los militares callados y serios ¿Por qué los banqueros asustaron a los soldados? La respuesta yace en cómo el mundo está interconectado como nunca antes”. En los años pasados, China ha estado comprando deuda del gobierno de los Estados Unidos y ahora es su principal acreedor. Si China volcara esta deuda, arruinaría totalmente la economía. Los mercados ahora son globales, las participaciones financieras mutuas son enormes y la habilidad técnica para manipularlas es instantánea. En los 70′s Occidente temía que sus enemigos tuvieran el dedo en el botón nuclear. El equivalente moderno sería la habilidad de China para presionar el botón en los bonos del tesoro de Estados Unidos. China es, dice el profesor Bracken, ‘La gran amenaza,’ pero Rusia, con su petróleo y gas, no ha mostrado escrúpulos en hacer la guerra económica a sus vecinos y puede hacerlo a una escala mayor. Otra posibilidad es que los países principales productores de petróleo desestabilicen América al cambiar a euros en lugar de dólares la moneda en que se establecen los precios del petróleo, la así llamada ‘guerra del petro-dólar’. O una organización terrorista podría provocar un quiebre financiero por medio de algún tipo de oscuro fondo de cobertura o un ataque informático. Al final de esa sesión del pentágono, los cerca de 80 jugadores salieron de sus bunkers y evaluaron el daño”. China ganó, sin siquiera tocar una pistola. Y los soldados se miraron entre sí y se preguntaron si aquello aún era un juego.
Mi comentario: No hay nada sorprendente en los resultados del juego económico llevado a cabo mediante sus reglas. Pero los expertos se equivocan: precisamente debido a la total interconexión, no hay ganadores y perdedores en esta guerra. Todos perderán y la única salida es llevar de forma secuencial a todos a una sola comunidad global con un consumo razonable.
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