Una vez que hemos aprendido acerca del propósito, también es claro que
todas las conductas de la Creación, en todos sus espacios, en la entrada
y la salida, están totalmente predispuestas para el propósito de
amamantar con su seno a la especie humana, para mejorar sus cualidades
hasta que ésta puede sentir al Creador como siente uno a su amigo. Estos ascensos son como los peldaños de una escalera, dispuestos grado a grado hasta completarlos y lograr su propósito. El desarrollo se divide en dos etapas: Al principio de arriba hacia abajo, y después, de abajo hacia arriba. En primer lugar, todas las distinciones se desarrollan de arriba hacia abajo, del deseo de otorgar al deseo de recibir, desde Olam Ein Sof hacia Olam Ha Assiya. En este camino hay cinco mundos y 125 niveles de acuerdo al modelo de HaVaYaH que
se aclara hasta la “materia” más distante del Creador y esta debe
cambiar 25 veces: cinco veces cinco, lo cual incluye el ápice de la
letra “Yod”. Con esto nosotros alcanzamos el nivel de
la criatura, su fundamento, hasta el punto medio de todos los mundos. Y
a partir de aquí comienza el camino de abajo hacia arriba, por medio de
la corrección del deseo de recibir. El deseo de recibir creció,
elevándose cada vez más desde el “punto en el corazón”, junto con
esto, cuando creció, tuvo que instalar sobre sí mismo la forma del
otorgamiento, que es la pantalla (Masaj) y la Luz Reflejada (Ohr Jozer). Por lo tanto, cuando nos elevamos, vamos creciendo de abajo hacia arriba con dos distinciones:
- El deseo de recibir, que es la “materia” que es reunida gradualmente en el “punto en el corazón”
- El deseo de otorgar, que es la pantalla (Masaj) y la Luz Reflejada (Ohr Jozer), es decir , la forma externa investida en el deseo de recibir. Esto es llamado el hombre (Adam).
Así es como crecemos hasta regresar al poder superior, a la equivalencia con el Creador.
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