
El Creador desea que Su palacio se llene con invitados iguales a Él. Y esto significa que ellos tienen que incluir en ellos mismos un enorme deseo que tiene dos lados: el bien y el mal, la naturaleza del Creador y la naturaleza opuesta a Él. Si los seres creados en sus deseos ascienden a Su grado exaltado, mientras su naturaleza egoísta, apuntando a su propio beneficio y completamente opuesto al Creador, ellos de este modo se separan de Él y toman posición opuesta a Él, como era antes. Después, ellos se corrigen al revestir su ego, el deseo de recibir placer, en una vestidura” externa, la intención de otorgar. Es el Creador, la Luz que Reforma, la que los ayuda a hacer su corrección. Debido a esto, ellos obtienen la fuerza del Creador. Como resultado, el ser creado ya tiene dos fuerzas: su propia fuerza interna, el deseo de recibir placer, el cual es enorme e igual al del Creador y la fuerza sobre este, la fuerza de otorgar, grande y parecida a la del Creador. Así es como la criatura se convierte en un ser. Es opuesto al Creador y dependiente de Él por naturaleza, mientras que por otra parte, es totalmente igual y similar a Él. Al comparar y distinguir entre estos dos sistemas paralelos, el total, egoísta, el externo y otorgante, una persona aprende la sabiduría y entiende la creación de extremo a extremo. Después de todo, no hay nada más aparte de estas fuerzas actuando en toda la creación. Y después, al tener estas dos fuerzas, las propiedades de recepción y de otorgamiento, además al saber como emplearlas, esto es, tener la sabiduría, el ser creado puede volverse similar al Creador, mientras permanezca, no obstante, como creación. Cuando todo el programa comience a realizarse en la práctica y todas estas fuerzas comiencen a participar en ello, esto supera toda la creación y ninguna fuerza es capaz de oponerse o de resistirlo. En realidad, cada fuerza tiene su propio papel y cada una contribuye a la perfección. Por lo tanto, al principio los ángeles parecían sorprendidos del por qué el Creador creo tal maldad y tal hombre egoísta y preguntaron: “¡¿Por qué en la tierra necesitas este dolor?!” Pero eventualmente, ellos vieron que todas estas fuerzas agregaron unas a otras a un sistema, completo y perfecto, y no puede ser alcanzado de otra forma. A tal punto, que ellos estuvieron de acuerdo y dijeron: “Que grande es tu nombre en la tierra”, es decir en todo este deseo (Tierra en hebreo, Áretz, significa deseo, Ratzón) creado por el Creador.
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