
Nuestro método de criar a nuestros hijos no es el de domesticar, aterrorizar y desarrollar sus hábitos a excepción de algunos necesarios para la vida diaria. La clave de la crianza es darle a los jóvenes los instrumentos que puedan utilizar para entender el lugar y el significado de cada fenómeno en sus vidas y para desarrollar un sistema claro de valores: Primero, está la importancia del grupo, por encima se encuentra la importancia del Creador y por debajo, todas las cosas que nos llevan a esto. Lo demás no tiene ninguna conexión con el libre albedrío y debe ser utilizado de acuerdo a lo indicado por una simple decisión de cuan esencial es para la vida. De manera que, el entorno de un niño debe estar divido en dos partes: 1) las necesidades para vivir, y 2) todo lo relativo a la espiritualidad, la importancia de aquello que deseamos incrementar por la vía de nuestro libre albedrío con la ayuda del grupo, la unidad y los estudios. Este sistema es la prioridad para el niño. Un niño debe estar constantemente sobre esto para poder encontrarse a sí mismo como la cosa más importante en el mundo en el que debe desarrollarse. Por lo tanto, no podemos delinearles a los niños las normas de comportamiento para toda su vida ya que este método no funciona más para la nueva generación. Ellos necesitan recibir las herramientas que permanecerán con ellos de por vida. Ellos actuarán utilizando estos dispositivos, decidiendo en pro o en contra a cada paso del camino, en cada momento de sus vidas. De manera que, estamos transfiriéndoles el método, pero los hábitos deben ser cultivados en el grupo. Cuanto más tiempo pase el niño con el grupo, mejor entenderá su influencia, sentirá las respuestas, se comprometerá con ellas y evolucionará. Allí, el joven encuentra conexión, fuerza, apoyo y el campo para trabajar. Allí, el niño avanza, y si él o ella decaen en algún momento, entonces utilizarán el estudio y la oración. Al haber adquirido las fuerzas para elevarse, entonces vuelven a caer, y este proceso puede ocurrir solamente dentro del grupo. Con el resto del mundo, el niño interactuará según sea necesario. Estos principios deben ser inculcados dentro de los niños tanto como sea posible a medida que los criamos. Algunos de estos principios formarán parte de su comportamiento habitual lo que dependerá de la personalidad de cada niño y de las peculiaridades de sus almas, mientras que el resto será adquirido durante el trabajo en grupo. Sin embargo, para que se mantengan con ellos, los niños deben saber cómo vivir, comenzando con los primeros años de sus vidas. Después de todo, es la parte “humana” en la nueva generación la que tiene que pasar por la transformación, no los animados. Anteriormente, todos nosotros éramos como animales, y por esa razón no hubo cambios específicos. Los niños solían recibir una educación que no era suficiente para la vida. El fracaso en la crianza se puede explicar por el hecho de que en la nueva generación, la parte “humana” de nuestro deseo se está desarrollando y cambiando constantemente. Por lo tanto, nadie entiende lo que está sucediendo con los niños y que es lo que quieren. Ellos tampoco lo entienden. La parte humana que se está desarrollando en las generaciones jóvenes requiere de un método de corrección. Si les damos este método a esta parte del hombre y le proveemos a su parte animada de los comportamiento habituales adquiridos en su infancia entonces se convertirán en su segunda naturaleza, con lo cual, les daremos todo lo necesario. Gobernará ambas parte de sí mismo. De la parte animada, tendrá un conjunto de hábitos, y tendrá el método para trabajar con su parte humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.