
El desarrollo del creado debe ser un componente de su propio desarrollo. Que tenga sensación y comprensión de su individualidad – que existo, siento, razono y logro. Pero dentro del propio creado, no existe la posibilidad de realizar nada por sí mismo excepto anhelar cambiar, porque la fuerza para el cambio, el programa y el orden de los cambios llegan de la Fuerza Superior, la que otorga, el Creador.
El éxito de la persona en su trabajo depende antes que nada de que conozca la parte de todo su desarrollo, la parte que le pertenece a él y la parte que le pertenece al Superior. Saber que son socios - pero exactamente en qué son socios – qué le pertenece a la persona y qué al Creador. Y que la persona no se ocupe en lo que le pertenece al Creador – corrección de sí mismo y corrección del mundo, excepto que la persona posea otro rol – desear cambiar.
La desconexión entre las acciones de la criatura y la influencia del Creador, causan un estado en el que el creado detecta que no hay conexión entre la causa y el efecto; porque se dirige a adquirir una nueva naturaleza, no puede sentir ni comprender el cambio que va a recibir por consiguiente es llamado "Segulá"( virtud). Pero desde el instante que adquiere el cambio y lo recibe desde Arriba, comprenderá el orden que este tuvo que pasar, y para con el pasado ya podrá decir: "me esforcé y hallé".
La persona mundana no posee el instinto del desarrollo hacia la espiritualidad, porque el Creador bloqueó esta fuerza entre nosotros, y por nuestras propias fuerzas, la encontraremos en la conexión con el grupo, en el estudio y el desarrollo de cosas desconocidas e inesperadas.
En general, las mujeres de nuestro mundo piden más de lo que los hombres saben sobre la esencia de la vida, el secreto de la vida, el sentido de la vida, para qué vivimos.
No hay que comparar entre hombre y mujer porque hablamos de dos mundos totalmente diferentes. Podemos ocuparnos sólo de la comparación en la conexión entre nosotros, de la comparación de la intención con el fin de otorgar, cuando cada uno permanece en su naturaleza, porque el cambio de naturaleza es imposible.
Todas las situaciones en la familia, en la posición de la mujer y el hombre a la que hemos llegado es el resultado del rompimiento. Llegamos a eso como resultado de que hemos deseado desarrollarnos de manera egoísta, y en la actualidad nos replanteamos por falta de alternativa y comenzamos el desarrollo en una nueva dirección.
En nuestra generación ninguno de nosotros recibió la educación, la preparación para ser hombre o mujer en la familia. Por consiguiente debemos verdaderamente educar a todos los hombres y mujeres, cómo conectarse entre ellos, y entre éstos y los hijos de manera correcta.
Sólo la Meta espiritual obliga a la persona a formar una familia de manera correcta.
Todas nuestras inclinaciones existen en nosotros sólo para formar una familia correcta, sustentarnos y lograr la Meta de la Creación.
Hasta que la mujer no alcance la satisfacción espiritual, no estará complacida. Todos los reclamos que tiene la mujer hacia el hombre, despiertan finalmente a fin de que él satisfaga su interioridad.
La pareja, marido y mujer, en la que los dos trabajan para alcanzar el propósito, ponen en claro qué actitud tomar en relación al objetivo y alcanzarlo. Ellos por supuesto son mucho más exitosos que el hombre por separado cuya esposa no está en el camino o que una mujer sola.
El amor tiene que tener un objetivo, y si no hay un objetivo común no puede sostenerse. Por consiguiente antes tienen que conectarse con el objetivo y luego desarrollar el amor dentro del logro del objetivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.