
Después el deseo comenzó a crecer. Nos empujó a comenzar a vender nuestros productos en el mercado y en las ciudades. Y a cambio, comenzamos a comprar buenas ropas y algunos artículos especiales que antes no teníamos. El hombre llega a la ciudad, ve alguna máquina milagrosa para cultivar la tierra y comienza a trabajar incluso más diligentemente para adquirirla. O pide el dinero prestado de alguien para comprar primero la maquinaria y después regresar el préstamo tras vender la cosecha que es más grande gracias a esta máquina. Entonces comenzamos a desarrollar y establecer lazos cada vez más estrechos entre nosotros. Nuestro ego crece y nos empuja a desarrollarnos. Esta es la acostumbrada historia de la humanidad basada enteramente en el deseo humano que se desarrolla: Queremos más y más, ¿pero por qué? Nuestro deseo crece. No sé porqué, pero de pronto siento que quiero algo más y después más y más. Observo a los otros y veo que todos aspiran a algo. Y sigo su iniciativa porque dentro de mí hay envidia, lujuria, ambición y sed por gobernar. Estoy interesado en comprar de ellos cosas que me son útiles, pero no quiero que yo esté por debajo de ellos. Al fin y al cabo, tengo un ego propio, no quiero sentir que estoy perdiendo ¡Quiero ganar!. Si consideramos el desarrollo humano en esta vertiente, veremos que esto es lo que nos llevó hacia adelante. Estuvimos siempre viendo alrededor y aprendiendo de otros. Hubo algunos entre nosotros con una imaginación activa capaz de inventar e innovar en tecnología, economía, medicina y todo lo que podía ser usado para beneficiar a la humanidad y satisfacer sus deseos. Así es como nos desarrollamos. Cuando llegó el momento, hicimos la guerra, conquistamos nuevos territorios y naciones. Después llegó el momento de descubrir nuevos continentes, desarrollar la tecnología y el comercio. Después salimos al espacio exterior y continuamos desarrollándonos, hasta que nos encontramos en un callejón sin salida. Esto es algo que la humanidad comenzó a sentir hace 50 o 60 años. Comenzando en los años 60′s, personas inteligentes, involucradas en el estudio del entorno, la sociedad y el proceso por el que atravesaba la humanidad, comenzaron a advertirnos que habíamos llegado a un callejón sin salida y simplemente continuábamos dando vueltas en el mismo lugar. Algo nos sucedió y ya no podíamos ver hacia dónde continuar desarrollándonos. En ese momento, el programa espacial nos permitió olvidar esto de alguna manera. Pero incluso el programa espacial terminó muy pronto ¿Y si volamos alrededor del globo una vez más, o vamos a la Luna otra vez; eso ya lo hicimos, qué sigue? Hemos visto que eso no nos ayuda demasiado; todas esas cosas están en el nivel inanimado, ni siquiera el vegetativo o el animado. Y no pudimos localizar ninguna civilización extraterrestre a pesar de nuestras esperanzas y sueños de encontrar vida inteligente en algún otro lugar. Y aquí es donde llegamos al vacío. Nos hemos desarrollado hasta un punto donde no tenemos otro lugar hacia dónde ir; no vemos ningún prospecto futuro. Nuestra naturaleza interna, así como la naturaleza externa, es decir el mundo que sentimos a nuestro alrededor, ya no se abre ante nosotros. Lo que sea que tenemos, es todo, y nada más. Y entonces las personas que descubrieron esto, como sociólogos, filósofos (Fukuyama y otros) comenzaron a advertirnos y a escribir libros acerca de ello, llamándolo el fin de la humanidad. Por otra parte, otros científicos afirmaron que el mundo se desarrolla de forma cíclica.
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