Es difícil hablar del holocausto porque este tópico está ligado muy de cerca con los sentimientos de las personas. Es más fácil discutir acerca de guerras que sucedieron hace miles de años, aún cuando a menudo eran peleas entre nuestro pueblo, por ejemplo, entre los judíos helenizados y aquellos que se adherían a los principios fundamentales. Y en general, el pueblo de Israel ciertamente ha protagonizado muchas guerras con enemigos externos: los romanos y otros. Sabemos que todas las guerras pasadas fueron un resultado de que Israel no cumpliera con su propósito. Sabemos por el Tanáj y la Guemará que si el pueblo de Israel hubiera actuado correctamente, entonces ninguna nación nos habría gobernado. Baal HaSulam escribe acerca de esto en el artículo “Arvut“ (La garantía mutua). Incluso antes el Arí había dicho que si hubiéramos permanecido como garantes el uno del otro, como era en el periodo del Primer Templo y si no hubiéramos caído de ello, las fuerzas impuras no habrían ganado poder sobre nosotros. Sin embargo, nuestra caída fue establecida en el programa de la creación para que en este mundo, como una analogía del mundo espiritual, pasáramos por la ruptura de los reyes de DaHGaT (la destrucción del Primer Templo) y la ruptura de los reyes de TaNHYM (la destrucción del Segundo Templo). En nuestro mundo material también tenemos que pasar por esas dos rupturas y es por esto que caímos del grado espiritual justo hasta la parte más baja. En esa época, Rabí Akiva rió cuando vio los escombros en el lugar del Templo. “Nunca pensé que esto pasaría”, dijo él, “Y ya que el Segundo Templo fue destruido, ahora no hay duda de que el Tercero se levantará y que vendrá la completa redención”. Entonces, esas dos destrucciones y el largo exilio eran necesarios. Se puede decir que aún no había libre albedrío, todos los estados fueron determinados por la interacción de la Luz y la vasija en el camino hacia abajo. Y hoy, cuando llegamos al grado más bajo y logramos el más grande egoísmo, un nuevo mundo está comenzando a levantarse. Ya está “rodeándonos”, ya está manifestando la ruptura y como dice Baal HaSulam, estamos en el umbral de la redención. Como consecuencia, ahora están actuando nuevas leyes en nosotros, no los principios “mecánicos” que previamente nos impulsaron hacia adelante con toda la humanidad. En paralelo con su desarrollo, pasamos por varios estados de ascensos y descensos todo el camino hasta el tiempo presente, pero de este punto en adelante, comienza una nueva época, la era del libre albedrío. Tras la ruptura, después de la caída y la inclusión mutua con el mundo, hoy todo está listo para la corrección. Y nosotros somos los que realizamos esta corrección a través de las buenas obras y la petición que viene de las almas rotas. Sin embargo, esas almas rotas no son capaces de realizar la petición y las buenas obras ¿Qué podemos hacer?. Nosotros estamos tratando de unirnos en un todo como era antes de la ruptura, antes de la destrucción del Templo. E incluso si no podemos realizarlo nosotros, nuestros esfuerzos son las “buenas obras”. Yo sigo intentándolo hasta el punto en el que imploro ayuda, hasta que lloro: “¡Sálvame! De esa manera elevo el MAN, la petición por la corrección y en respuesta viene ayuda de Arriba, llamada MAD. Y en esto tenemos libre albedrío: Podemos acelerar nuestra historia, el proceso por el cual tenemos que pasar. Si no llevamos a cabo en cada segundo todo de lo que somos capaces, a través de nuestra libre elección, entonces el estado perdido y no realizado no llega como un amanecer largamente esperado en la propiedad de misericordia (Jassadim), sino que se convierte en propiedades para la superación (Guevurot). Como una consecuencia, en lugar de “aguas pacíficas” vienen “aguas turbulentas”, en lugar de las aguas de Bina vienen aguas de inundación, etc. Y en lugar de avanzar en el camino de la Torá y la Luz, por medio del amor a tu amigo como a ti mismo, deambulamos, aguijoneados por los problemas que no nos hacen avanzar sino que simplemente nos fuerzan a realizar las acciones que no hicimos a su tiempo. Después de todo, de una manera u otra, estamos obligados a completar esas acciones. Esto hace surgir una pregunta, al principio somos capaces de llevar a cabo cierta acción con la ayuda de la unificación con el grupo, mediante entendimiento y sensación, mediante la inclusión mutua con los amigos, el apoyo mutuo, etc. Yo pude esforzarme por alcanzar lo que no parecía una necesidad apremiante, incluso si esto significaba elevar la importancia de esta acción ante mis ojos. Pero ahora, cuando estoy siendo aguijoneado por las catástrofes y la necesidad, ¿estoy en realidad realizando mi libre albedrío? No ¿Significa esto que me dirijo hacia el final de la corrección como un animal huyendo de los golpes de un látigo? ¿Y esto es desarrollo espiritual? ¿Dónde está el libre albedrío en eso?. El asunto es que las desgracias nos llevarán a pensar y a reflexionar, a través de su ayuda, comenzaremos a ir a tientas y a reconocer el mal. Sin embargo, por esto tendremos que pagar y en tal caso, nuestra libre elección será mucho más compleja y con muchos estratos. Después de todo, no hay concesiones aquí; la persona aún necesita pasar mediante su libre albedrío por los 125 grados de ascenso, desde el punto más bajo regresar hasta el fin de la corrección. De otra manera no será un ser humano.
Así, elevamos una petición por la corrección (MAN) y recibimos de Bina una respuesta (MAD). Si esto no sucede, pasamos por una transición hacia las propiedades de sometimiento, Guevurot. Y esto significa miseria y desastres, tanto personales como colectivos, incluyendo el holocausto. En general, este proceso se expande por toda humanidad, pero el pueblo de Israel es afectado muchas veces más fuertemente ya que no están cumpliendo con su función.
Al final de la “Introducción al Libro del Zóhar”, Baal HaSulam escribe acerca del hecho de que el mundo está dividido en dos partes: interna, externa, “Israel” y “las naciones del mundo”. “Israel” también está dividido en dos partes: la interior incluye a aquellos que estudian la sabiduría de la Cabalá para corregirse, y la externa incluye a aquellos que no les interesa la corrección. Y en su turno, la parte interna de las “naciones del mundo” son sus “justos” y la parte externa son los “malvados”, “aquellos que causan daño”. Dentro de este sistema opera un mecanismo de conexión: la manera en que las dos partes se relacionan dentro de “Israel”, es la misma en la cual se relacionan dentro de las “naciones el mundo”. Y por lo tanto, cuando aquellos que estudian la sabiduría de la Cabalá se elevan por encima, en correspondencia, dentro de las “naciones” las personas que anhelan la unidad y la buena coexistencia, también ganan fuerza. Y al contrario, si “Israel” ignora la Torá interna, la sabiduría de la Cabalá, en otras palabras, si ignora su propósito, entonces dentro de las “naciones” la pirámide se invierte también: Los externos se elevan y toman el poder en todo el mundo. Por supuesto, esos eventos son de largo alcance e impactan de forma negativa a “Israel”, cuyo mensaje y propósito descienden, dejándoles la cima a los malvados y siendo arrojados aquellos que estudian Cabalá y quienes son más cercanos a la espiritualidad, justo hasta la parte más baja. Así es como se establece la “jerarquía del poder”. Esto es lo que nos sucedió en los tiempos de Hitler. Israel actuó de forma contraria a su papel, prefiriendo la corporalidad a la espiritualidad, y de acuerdo con esto, dentro de las naciones del mundo, la parte destructiva se elevó por encima de la parte buena, hasta que la pirámide se invirtió. En ese punto “aquel que trae el daño” vino e hizo su trabajo.
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