
La persona debe comprobar sus reacciones en cada momento. ¿Tal vez ella esté pidiéndole al Creador que le dé una buena vida? En este caso, es como si estuviera diciéndole: “Estás enviándome el mal. Por favor, se amable conmigo”. Esto es lo que hace el” 99 por ciento”. O la persona dice lo contrario: “Me doy cuenta que me siento mal y entiendo que la razón para ello se encuentra en mis cualidades, que son contrarias a Ti. Después de todo, las personas rechazan de acuerdo a sus propios defectos. Y Te pido la corrección: Dame la fuerza para corregirme a mí mismo”. La persona experimenta una carga por el camino (“Yo he creado la mala inclinación”), pero recuerda que el Creador se la envía (“Yo he creado la Torá como una especia”). Y entonces ella adquiere la Luz, que está oculta en la Torá y retorna a la Fuente. La persona pide la corrección de sus propias cualidades: Estas están dirigidas a la recepción egoísta y son opuestas al Creador, así que hay que dirigirlas directamente hacia el otorgamiento y entonces la persona sentirá que el Creador es bondadoso. Pero ¿por qué necesito esto? ¿Para sentirme bien? En este caso, todavía soy un egoísta. ¿Es así que puedo dejar de maldecir al Creador? “¿Y si me Él castiga por percibir Su bondad como algo malo?” No, esto también es egoísmo. Entonces, ¿cómo puedo formar mi reacción? ¿A qué estado tengo que llegar? Esto no se trata de palabras, sino de las aspiraciones del corazón: ¿Qué corrección estoy pidiendo?. Pido una corrección en la que me sienta mal en mi deseo de recibir, pero que en mi intención, en aquello que está dirigido hacia el Creador, yo sienta que viene de Él, del Bueno, que hace el bien. De esta manera, la persona se divide en dos partes que están conectadas: ella está sumergida en la oscuridad en su deseo egoísta, en el deseo restringido solo para el placer, y siente la Luz por encima de esto. Y entonces está segura de que la corrección que recibe no es para satisfacer su amor propio. No, su placer está por encima de esto y está realmente en un estado de otorgamiento. Por ejemplo: mamá me prepara una papilla, pero ésta no me gusta. Mamá sabía lo que estaba haciendo: Hizo el alimento más saludable para mí. Pero no puedo ver el valor en ella. ¿Debo pedir una papilla diferente? ¿O debo comer esto que tiene mal sabor y cambiar mi actitud hacia mi mamá, por encima de mis sensaciones? De esta manera yo empezaré a adquirir sus cualidades, su visión del mundo, sus deseos dirigidos hacia el otorgamiento. Así es como yo crezco mientras adquiero mi imagen espiritual. No hay otra solución, como está escrito: Todos “Me alcanzarán” desde el más pequeño hasta el más grande. Y “alcanzar” significa unirnos por encima de nuestro egoísmo. Este es el principio fundamental del trabajo espiritual. Y aunque pueda parecer difícil, en realidad es muy fácil cuando yo actúo en unidad con el grupo y es extremadamente difícil cuando intento moverme por mi cuenta.
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