Mientras estudia en el grupo, la gente siente una especie de vergüenza porque se requieren nuevas herramientas, mecanismos y experiencia en la cooperación integral mutua. La persona se ha acostumbrado a vivir y trabajar de acuerdo a un programa determinado. De repente ella descubre que el programa ha cambiado. Las personas permanecen en el círculo y su función es simplemente llevar a cabo una conversación entre ellos, llegar a conocerse unos a otros, ver a otras personas. La persona comienza a preocuparse y a preguntar: “Dime ¿qué hacer? ¿Hacia dónde vamos?”
Dr: Laitman El punto es que ellos se encuentran cerrados entre sí, y tenemos que desarrollar un nuevo enfoque encaminado hacia un nuevo diálogo integral entre todos. La persona se siente realmente preocupada e intranquila. De repente ve que no está lista para la cooperación integral mutua, porque se le enseñó de manera diferente. Lo interesante de la cooperación mutua es que no solo descubrimos nuestra interdependencia, sino que no puede haber una jerarquía aquí, y esto es muy complicado. Estamos acostumbrados a pensar que alguien está un poco por encima de mí y que yo estoy un poco más abajo, puede ocultarme y cuando llegue el momento, puedo salir y declarar que yo no existo. Esta es nuestra forma común de comunicación social. Aquí, sin embargo, tenemos que establecer una nueva infraestructura que tiene que estar entre nosotros y no en cada uno de nosotros. No tenemos que organizar jerárquicamente a las personas, ya que cada uno representa una pequeña parte individual, que en conjunto completa a toda la sociedad. En la sociedad cooperativa integral mutua nos formamos por fuera de nosotros mismos, en algo que está a nuestro alrededor, que es externo, que está entre nosotros. Cada uno entra en esta sociedad como una pequeña parte integral y se disuelve entre los demás. Por lo tanto, a las personas les parece muy difícil experimentar esta salida de sí mismos: estoy en la sociedad, como parte de ella, “ellos” y “yo” somos la misma cosa. No hay tal cosa como “yo” y luego tampoco hay tal cosa como “nosotros”, porque “nosotros” es solo una suma, un número, mientras que una integral es la suma en la que todos los elementos se suman de manera que no sean entidades separadas que se unen, sino más bien un conjunto totalmente nuevo en el que la individualidad desaparece y aparece la unidad. Esta es una experiencia difícil y no todos pueden acostumbrarse a ella, o mejor dicho, soportarla. Uno tiene que pasar por mucho dolor, porque le parece que se estás cortando de sí mismo. Tú entras a un grupo y te pierdes dentro de él: “¿Dónde está mi ‘yo’, donde están todos mis elementos, mis inclinaciones básicas?” Es como si tú no existieras y el resultado es algo general. Además, no es la “suma” de nosotros, no llegamos a una opinión común, sino que de repente nace una asociación en nosotros, que existe por sí misma. Yo entiendo a las personas que alcanzan eso y que se sienten un poco mal, tú tienes que acostumbrarte a esto. Ellas necesitan una preparación teórica seria y estudios prácticos. Nosotros tenemos que demostrarles que así debe ser nuestra sociedad, que nació de un elemento, de una gota inicial de semen en algún lugar de las generaciones pasadas. Ésta tuvo que crecer hasta alcanzar una cantidad de varios millones de personas que ahora tienen que reunirse. Estas no se destruyen a sí mismas ni destruir su funcionamiento a nivel corporal, sino que todas deben llegar a un estado en el que todo sea una imagen de una sola criatura. La naturaleza nos obliga precisamente a esta cercanía, en la que sentimos a todos los demás como un todo, incluyéndonos a nosotros mismos por supuesto. No habrá integrales, diferenciales, ni sumas. Será algo totalmente nuevo, una nueva sociedad que crece a partir del terrible estado separado de la crisis global.
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