Es una pena perder el tiempo preocupándonos por nosotros mismos, por lo
que sucede en nuestras fronteras interiores, dado que todo es mentira y
solo existe por la fuerza de la ruptura, por la fuerza de nuestro ego que crea esta imagen por nosotros. Por supuesto, es posible vivir en esta
ilusión por otros cuantos miles de reencarnaciones. Sin embargo, es
deseable, si ustedes han alcanzado una encarnación en la que finalmente
están empezando a escuchar la verdad de que el “yo” no son ustedes, sino
que es su imaginación, que se eleven por encima de él; se les dio la
oportunidad de hacer todo lo posible para realizar esto. Si ustedes continúan pensando dentro de
su círculo, entonces no sólo no acercan a la verdad, sino que además les
causan un gran daño a los demás. Es como si perforaran un agujero en el
fondo del bote común. De esta manera dañan a los demás y todo este daño
está registrado en la cuenta de cada uno de ustedes. Nosotros no podemos calcular exactamente
este daño. Es como si yo tomara un clavo específico para mi casa y
después, descubriera repentinamente que precisamente este clavo faltaba
para finalizar la construcción de un barco grande y hermoso en el que se
supone que naveguen miles de personas. Por supuesto el daño que he
causado no se estima en relación a un pequeño clavo, sino a los miles de
personas que fueron dañadas por mi mal proceder.
Sin embargo, yo no lo entiendo. ¿Qué
cosa terrible he hecho? ¡Yo no le hice nada malo a nadie! ¿Cómo iba a
saber que este clavo era tan esencial para ellos? Pero mi falta de
conocimiento no me borra la culpa y el tribunal no va a tomar eso en
consideración. La sentencia es muy simple: se causó un daño al sistema
general. Como se nos dice: “La ley fue dada y no pueden ser
transgredida”.
Es posible pedir disculpas porque no lo
sabían y ellos no se los dijeron, pero esta cuenta no la arreglaron de
acuerdo a nuestros cálculos, sino sólo en función de los daños causados
a la sociedad. Si se lo revelaron a ustedes o no, si lo sabían o no,
esto no se toma en cuenta. Hay que recordar que el juicio es implacable.
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