Cuando estamos enamorados, nos parece
que esto durará para siempre. Sin embargo, sabemos que en este mundo
todo es temporal. Esta situación también se aplica a la espiritualidad,
puesto que allí también continuamos subiendo los próximos peldaños.
Entonces, es natural que los estados actuales desaparezcan allí también.
Es por eso que no hay nada que sea permanente, sin importar la
condición y la razón para ello, siempre será reemplazada por otra, ya
sea una mala por una buena, o una buena por una mala.
No obstante, hagan todo lo
posible por multiplicar el amor. Si hay una manera de incrementar el
amor, pero uno no toma ventaja de ella, a esto se lo considera una
“omisión”. Es “como si” uno le diera un gran regalo a un amigo: el amor
que se revela en el corazón de su amigo en el momento de la entrega es
diferente al amor que permanece en el corazón de su amigo después de
terminado el acto de entrega. En otras palabras, el amor desaparece gradualmente. Este
se “enfría” cada día hasta alcanzar la medida en que desaparece por
completo y llega a una etapa de olvido. Es por eso que el destinatario
del regalo debe buscar las maneras de considerar el acto de dar como
recurrente y nuevo cada día. Es decir, tenemos que renovar
constantemente la sensación de amor y nunca permitir que nuestras
sensaciones se enfríen. Todo sucede dentro de nosotros. Para mantener
esta sensación, no necesariamente tenemos que recibir regalos cada vez.
Esta regla también se aplica a la unidad entre nosotros que tiene que
ser promovida de manera continua. Hemos llegado a un estado en el que cada
uno de nosotros se preocupa por los demás como si fueran nuestros
pequeños, más cercanos y más queridos hijos. Por lo tanto, nos
esforzamos por darles a ellos todo lo que quieren. Si logramos hacerlo,
les ofreceremos a los demás todo lo que realmente necesitan, y el
Creador se manifestará entre nosotros como resultado de nuestra
semejanza con Sus propiedades.
Nuestra actitud hacia los demás y Su
propiedad absoluta de amor y otorgamiento coinciden de alguna manera. Al
menos ellas alcanzan el primer nivel de similitud de los 125 peldaños.
Este es el tema más importante para nosotros. Estamos en un estado de
disposición constante y todo está en nuestras manos. Debemos suplicarle insistentemente el
Creador para que les dé a nuestro amigos todo lo que ellos quieren, es
decir, la corrección y la revelación. La revelación es el atributo de
otorgamiento y amor entre nosotros. Esto es exactamente lo que queremos
decir con el término inquietud: un estado de cuidar a los nuestros
amigos que es similar a tomar el cuidado de nuestros propios niños a
partir de dos lados el juicio y el amor. Por el lado del juicio, realmente
deberíamos preocuparnos de perder la oportunidad, como los estudiantes
de la ARI, cuando él los invitó a Jerusalén para llevar al mundo a un
estado de corrección. En ese momento, todo apoyaba a la fuerza superior
para revelárseles a ellos, ya que la fuerza superior estaba lista para
actuar en este mundo y corregirlo. Sin embargo, los estudiantes del ARI
encontraron excusas para no obedecer la invitación de su maestro.
Algunos de ellos no se presentaron debido a que sus esposas no quisieron
dejarlos ir y los demás estaban ocupados. Esto explica el por qué tenemos que
mantener el estado de temor y estar preocupados si no tenemos éxito. En
cada momento y cada minuto, tenemos que aclarar cómo debemos tratar a
los demás y apoyar al Kli (vasija) general de una manera que finalmente llegue a una determinada condición que permita que el Creador se nos revele. Es como si actualmente nos enfrentáramos
con el Juez y como si se nos diera la última oportunidad, o nos
concediera la última palabra. ¡Imagínense a sí mismos en este estado!
Visualicen que estamos frente a juicio y que tenemos que llenarlo de
amor mutuo. Seremos capaces de hacer esto sólo si le pedimos al Creador
que llene los vacíos entre nosotros. No somos nosotros quienes nos acercamos
en nuestros corazones, más bien es el Creador quien llena con amor el
vacío egoísta que hay entre nosotros. Cuando la distancia entre nosotros
se multiplica por el amor, emerge una conexión de gran intensidad. Es
por ello que nuestra cercanía ocurre sólo debido a que el Creador llena
los espacios vacíos entre nosotros. Él conecta, coordina, y nos une. Es
por eso que nuestro trabajo es llamado la obra del Creador (Avodat a-Shem).
Nosotros sólo lo invitamos a Él a hacer el trabajo de corregir y fortalecer nuestra conexión.
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