Todo está construido sobre el estudio del material, cómo se rompió durante la Shevirá (ruptura) de qué manera se conecta bajo la influencia del poder de la Luz. Al aceptar la guía y el consejo de los
cabalistas, las cuales fueron escritas en una forma psicológica que es
más cercana a nosotros, aprendemos cómo comportarnos, de qué manera
conectarnos en un grupo, a apoyar a los amigos y a alcanzar estados en
los que prometemos apoyarnos unos a otros en nuestra alianza. La existencia de esta alianza, la intención precisa que se encuentra en ella, se llama Arvut, en la que cada uno de nosotros está dispuesto a ser un garante para el amigo. Específicamente a través de este
trabajo, empezamos a ver que no podemos corregirnos a nosotros mismos.
Tenemos ante nosotros un mundo inmenso, pero resulta que sólo nos parece
enorme a nosotros, porque está fragmentado, ampliado por nuestro ego y
en el momento en que empezamos juntarnos, vemos que esta es una sola
masa, una fuerza unificada. Empezamos a comprender que el mundo no
es como nos lo describimos a nosotros mismos. Todo lo que vemos a
nuestro alrededor es un reflejo de nuestras características internas. A
pesar de que nos parece que esto es completamente irreal e incluso
imaginario, toda la gente, los edificios, el universo y todo lo que hay
en el universo es un reflejo de mis características internas: inanimado,
vegetativo, animado y hablante. Los cuatro niveles de mis
características internas (inanimado, vegetativo, animado y hablante)
son cuatro diferentes niveles de Aviut (espesor del deseo). Los
deseos número uno, dos, tres y cuatro trabajan dentro de mí de tal
manera que me los imagino en forma de imágenes que se corresponden. Sin embargo, cuando la persona trabaja
no sólo con la fuerza de separación, sino también con la fuerza de
conexión y unificador, de inmediato comienza a entender que esto es
realmente así, que, en esencia, nuestro mundo es un universo ilusorio
(con lo cual muchos físicos ya se inclinan a estar de acuerdo), y que
hay una multitud de universos que se interpenetran entre sí y la
totalidad de la creación es sólo una especie de holograma o matriz.
Aquello sobre lo cual escribió la sabiduría de la Cabalá hace unos 3.000
a 4.000 años, lo que vio Adam HaRishón hace más de 5700 años, finalmente, están hablándolo hoy en día los físicos. Por lo tanto, tenemos que llegar a
nuestro primer nivel de la espiritualidad lo más rápidamente posible y
entonces ya no tendremos problemas. Empezaremos a entender cómo está
organizado todo. Lo principal es que el primer nivel es verdaderamente
el más difícil. Después de eso ya tendremos habilidades; habrá una
comprensión de lo que está sucediendo.
Sin embargo, ahora, desde la ignorancia
absoluta, debemos entrar en otra realidad. Así que los cabalistas lo
reducen todo a acciones simples. Ellos no hablan de asuntos elevados
porque no hay con quien hablar acerca de esto. Ellos no hablan de algún
tipo de acciones inteligentes con intenciones internas, con aclaraciones
internas, porque nosotros todavía no sentimos esto. Ninguno de nosotros siente incluimos todos los mundos dentro de nosotros mismos, que el hombre es como el Olam Ein Sof (el mundo del infinito). Cuando la persona alcanza el Olam Ein Sof,
lo alcanza todo. Al final, emerge un sistema multifacético de mundos en
el que todos nosotros y cada uno de nosotros es todo el sistema que
incluye al uno dentro del otro. Por lo tanto, los cabalistas no hablan
de esto, porque todo esto es muy confuso y no proporciona nada. Ellos
simplemente nos aconsejan qué hacer, con base en esto nosotros
seguimos todas las leyes y normas generales de comportamiento en un
grupo, las cuales se estudian con el fin de reunir y juntar al grupo.
Esto es lo más importante.
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