
El ARÍ es una gran alma que descendió a nuestro mundo para abrir las puertas de la sabiduría a nosotros. Por lo tanto, Baal HaSulam escribe, desde la época del ARÍ y en adelante, todo depende de la persona: El tiene que corregirse y mediante eso revelar al Creador, llegar a la adhesión con Él y lograr el propósito de la creación. Antes del ARÍ, esta puerta estaba cerrada del todo porque las almas aún no estaban preparadas. Aún necesitaban experimentar un cierto camino de desarrollo y mezclarse. El ARÍ simboliza el periodo del Mesías que es por lo que es llamado Mesías hijo de José. De su época en adelante, la ciencia de la Cabalá comenzó a adquirir la forma de un método de corrección. Antes de eso, estaba destinada solo a unos cuantos elegidos y era presentada en una forma especial. Debemos respetar a los Cabalistas que vivían en Safed en la misma época que el ARÍ pues ellos reconocieron su grandeza y lo apreciaron. El Ramak era ya viejo, famoso, y estimado, pero fue a las lecciones del ARÍ. Se sentó ahí como un estudiante a pesar del hecho de que le doblaba la edad al ARÍ y era reconocido como un gran Cabalista. Gracias al Ramak y muchos otros Cabalistas que reconocieron el alcance del ARÍ, el ARÍ fue protegido de los oponentes de la Cabalá. Después de todo, él tenía muchos estudiantes jóvenes (de 26 años), y la actitud hacia la Cabalá en esa época distaba mucho de ser positiva. Podemos pensar que todo estaba permitido como algunas personas escriben en estos días, pero ese no era el caso. En este sentido, la vida del ARÍ es similar a la de Ramjal que fue perseguido por estudiar Cabalá y exiliado del gueto de Padua, Italia donde vivía. Sin embargo, el Gaón de Vilna (Agra) testificó de su grandeza y el Ramjal fue dejado en paz.
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