El hombre puede alcanzar la mente del Creador
Cuando el ser creado empieza a clarificar que es ser libre, él ve que si el atributo de otorgamiento en él está por encima del atributo de recibir, entonces ¡aquello lo conduce a la verdad y a la libertad! De este modo, el ser creado elige otorgar ya que entiende que sólo el otorgamiento trae completitud e independencia de los deseos de uno, es decir la verdad absoluta que está por encima del Creador así como de la criatura. El hombre alcanza tal estado exaltado. Después de todo, ambos el Creador y la criatura residen es sus cualidades correspondientes: aquellas del Creador y las de la criatura. Pero el hombre tiene que hacer una elección que es independiente de estas dos cualidades. Parece como si la fuerza del Creador y la fuerza de la creación estuvieran en contra la una de la otra, mientras que el hombre realiza un único acto considerado como una “plegaria”. Él hace una elección que se encuentra por encima de ambas fuerzas. De este modo, se produce su nuevo deseo (Kli), en el cual la cualidad de recepción y la cualidad de otorgamiento, o el atributo del Creador y el atributo de la criatura, se unen como uno por encima de estas cualidades. Es así como el hombre recibe un único resultado: Él encuentra el Kéter del Creador. Este no es el acto del Creador por medio del cual el hombre en sí mismo es hecho, sino más bien, Sus pensamientos, el plan que precede la creación. Este es un resultado de la línea media que se eleva por encima de las dos primeras: la derecha y la izquierda, las cualidades del Creador y aquellas del ser creado, las cuales alcanza el hombre en la acción. Pero en la línea media, el hombre se eleva por encima del principio de la Creación. Aquí se desarrolla una nueva oportunidad dada al ser creado: elevarse por encima de todas las fuerzas y cualidades existentes. En efecto, todas las fuerzas, cualidades, deseos genes de información y todo lo que existe en el universo y lo que se nos revela, la materia de recepción, la fuerza de otorgamiento, son sólo instrumentos para llevar a la criatura a las nociones más exaltadas anteriores al acto de la Creación. Por lo tanto, en cada estado en donde la criatura necesita hacer una elección correcta, se siente totalmente indefensa en relación con el punto que precede todo su nacimiento. Necesita discernir las vasijas y las Luces, el deseo de recibir placer que posee y el deseo de otorgar, aunque la elección se encuentra por encima de ambas. La plegaria nace cuando el ser creado se da cuenta de que en el estado que ha alcanzado como resultado de todos sus discernimientos, no tiene ni puede tener ninguna oportunidad de elevarse por encima de estas opciones igualmente valiosas y tomar una decisión. ¡Aquí el Creador tiene la última palabra!
Pensamos que necesitamos al Creador sólo para vencer la fuerza del egoísmo con nuestra propia fuerza de otorgamiento, destronar al Faraón. Pero hay más que una simple confrontación de deseos, cuando el hombre se encuentra entre las dos fuerzas: el Creador y Faraón. La esencia no está en clarificar quién es más poderoso y quién ganará, sino más bien al unir ambas fuerzas como una sola en la línea media y ascender por encima de ellas.
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