Tenemos que saber que además del “punto en el corazón“, el lado opuesto del alma santa, no recibimos ninguna otra cosa desde arriba. Ni un deseo espiritual adicional se despertará en mí.
Tengo que recibir todo lo demás del entorno, que es donde mi Kli espiritual se encuentra, es decir, todos los deseos en los cuales revelaré el mundo superior, el Creador, la vida espiritual. Este deseo se llama “la grandeza de la meta“, porque así es como este se expresa en mi sensación. Me parece que la importancia no le pertenece a la meta y que la meta es otra cosa, pero de hecho, la importancia misma es el Kli espiritual. No es en virtud de esta importancia que alcanzaré la meta, como si esta fuera una brújula para determinar la dirección en la cual tengo que correr. Por el contrario, la meta está precisamente dentro de este deseo que recibo del entorno. Siento como el deseo espiritual difiere del material, este se extiende a todos, como el aire. Este no es el llenado egoísta que una persona recibe y del cual otro carece como resultado. La espiritualidad no decrece debido al dividirse, cuando la paso a otra persona. ¡Hay suficiente para todos! Es lo mismo que encender miles de velas de una vela y el primer fuego no se vuelve más pequeño. Por lo tanto, una vez que comienzo mi avance espiritual solo con un punto en el corazón, pronto me encuentro en una encrucijada y no sé a dónde ir. Ya no encuentro ninguna fuerza dentro de mí ni la aspiración de continuar. En ese momento, ¿dónde puedo conseguir la motivación, el estímulo y la dirección para venir al grupo y demandar la grandeza de la meta de él? Si yo tuviera ese deseo interno, entonces ya me habría dado cuenta de alguna manera. Pero, ¿qué debo hacer si no lo tengo? ¿Tiene el grupo que asegurarse de que tendré la impresión de la grandeza de la meta, otorgamiento, o tengo que velar continuamente yo mismo por esto? Es entonces cuando llegamos a la noción de garantía mutua. En general tenemos que cuidar para que todo se convierta en un “entorno espiritual”, el cual despierte a cada persona que entra en él. Este da un ejemplo y estimula mis deseos, mostrándome que los demás tienen algo que yo no tengo. Se enciende la envidia del alcance espiritual de la misma manera que veo en este mundo los coches de otras personas y las casas y esto aumenta mi deseo. La sociedad tiene que asumir la forma correcta por medio de la cual esto vendrá en relación con cada uno de sus miembros, garantizando que él no tendrá un momento de descanso. Pero la persona tiene que tener un punto en el corazón, su propio despertar a fin de ser como una semilla espiritual que se planta en el suelo con el fin de entrar en contacto con el suelo por primera vez. Y este “suelo”, el entorno, tiene que estar listo para darle todo lo que necesita de acuerdo con su primera demanda. En este sentido tenemos que entender que cada persona que trabaja en elevar la meta para los demás no los está ayudando al hacerlo, sino que está construyendo este edificio de grandeza para sí mismo. Él construye el entorno común para todos. El entorno no puede ser bueno para una persona, mientras que es malo para otro y mediocre para un tercero. Es garantía mutua para todos. Por lo tanto, o estamos todos juntos en un barco y que todos alcanzamos la meta, o, si alguien se queda corto en dar a los esfuerzos suficientes de acuerdo con lo que debía para garantizar el despertar común, entonces nadie alcanzará el éxito. Es decir, cada persona no debe preocuparse por sí misma o por la forma en la que puede ser inspirado en el entorno por la grandeza de la meta. Si me preocupa que cada uno de mis amigos tenga la sensación de la grandeza de la meta, así construyo mi propio Kli. No puedo cuidar de mí mismo, porque esto resultará egoísta. Pero si puedo cuidar a otros, entonces esta necesidad espiritual vuelve a mí como un Kli listo, perfecto. Todos nos conectamos en un sistema único en el cual mi parte inferior (AJáP) se conecta con la parte superior (Galgalta ve Eináim) de todos los demás. Por lo tanto, cuando me ocupo de todo el mundo con mi AJáP, entonces en respuesta, recibo de ellos la sensación de su Galgalta ve Eináim, las sensaciones de los deseos de otorgamiento de las cuales carezco.
Tengo que recibir todo lo demás del entorno, que es donde mi Kli espiritual se encuentra, es decir, todos los deseos en los cuales revelaré el mundo superior, el Creador, la vida espiritual. Este deseo se llama “la grandeza de la meta“, porque así es como este se expresa en mi sensación. Me parece que la importancia no le pertenece a la meta y que la meta es otra cosa, pero de hecho, la importancia misma es el Kli espiritual. No es en virtud de esta importancia que alcanzaré la meta, como si esta fuera una brújula para determinar la dirección en la cual tengo que correr. Por el contrario, la meta está precisamente dentro de este deseo que recibo del entorno. Siento como el deseo espiritual difiere del material, este se extiende a todos, como el aire. Este no es el llenado egoísta que una persona recibe y del cual otro carece como resultado. La espiritualidad no decrece debido al dividirse, cuando la paso a otra persona. ¡Hay suficiente para todos! Es lo mismo que encender miles de velas de una vela y el primer fuego no se vuelve más pequeño. Por lo tanto, una vez que comienzo mi avance espiritual solo con un punto en el corazón, pronto me encuentro en una encrucijada y no sé a dónde ir. Ya no encuentro ninguna fuerza dentro de mí ni la aspiración de continuar. En ese momento, ¿dónde puedo conseguir la motivación, el estímulo y la dirección para venir al grupo y demandar la grandeza de la meta de él? Si yo tuviera ese deseo interno, entonces ya me habría dado cuenta de alguna manera. Pero, ¿qué debo hacer si no lo tengo? ¿Tiene el grupo que asegurarse de que tendré la impresión de la grandeza de la meta, otorgamiento, o tengo que velar continuamente yo mismo por esto? Es entonces cuando llegamos a la noción de garantía mutua. En general tenemos que cuidar para que todo se convierta en un “entorno espiritual”, el cual despierte a cada persona que entra en él. Este da un ejemplo y estimula mis deseos, mostrándome que los demás tienen algo que yo no tengo. Se enciende la envidia del alcance espiritual de la misma manera que veo en este mundo los coches de otras personas y las casas y esto aumenta mi deseo. La sociedad tiene que asumir la forma correcta por medio de la cual esto vendrá en relación con cada uno de sus miembros, garantizando que él no tendrá un momento de descanso. Pero la persona tiene que tener un punto en el corazón, su propio despertar a fin de ser como una semilla espiritual que se planta en el suelo con el fin de entrar en contacto con el suelo por primera vez. Y este “suelo”, el entorno, tiene que estar listo para darle todo lo que necesita de acuerdo con su primera demanda. En este sentido tenemos que entender que cada persona que trabaja en elevar la meta para los demás no los está ayudando al hacerlo, sino que está construyendo este edificio de grandeza para sí mismo. Él construye el entorno común para todos. El entorno no puede ser bueno para una persona, mientras que es malo para otro y mediocre para un tercero. Es garantía mutua para todos. Por lo tanto, o estamos todos juntos en un barco y que todos alcanzamos la meta, o, si alguien se queda corto en dar a los esfuerzos suficientes de acuerdo con lo que debía para garantizar el despertar común, entonces nadie alcanzará el éxito. Es decir, cada persona no debe preocuparse por sí misma o por la forma en la que puede ser inspirado en el entorno por la grandeza de la meta. Si me preocupa que cada uno de mis amigos tenga la sensación de la grandeza de la meta, así construyo mi propio Kli. No puedo cuidar de mí mismo, porque esto resultará egoísta. Pero si puedo cuidar a otros, entonces esta necesidad espiritual vuelve a mí como un Kli listo, perfecto. Todos nos conectamos en un sistema único en el cual mi parte inferior (AJáP) se conecta con la parte superior (Galgalta ve Eináim) de todos los demás. Por lo tanto, cuando me ocupo de todo el mundo con mi AJáP, entonces en respuesta, recibo de ellos la sensación de su Galgalta ve Eináim, las sensaciones de los deseos de otorgamiento de las cuales carezco.
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