En las noticias del New York Times: “Cientos de miles de personas desilusionadas en la India celebran a un activista rural en huelga de hambre. Israel se tambalea ante la manifestación callejera más grande de su historia. Jóvenes iracundos en España y Grecia toman las plazas públicas alrededor de sus países. Sus quejas van desde la corrupción hasta la falta de vivienda a precios razonables y el desempleo, quejas comunes en todo el mundo. Pero desde Asia del sur hasta el corazón de Europa y ahora incluso en Wall Street, esos manifestantes comparten algo más: desconfianza, incluso desprecio, hacia los políticos tradicionales y los procesos políticos democráticos que representan. Ellos están tomando las calles, en parte, porque tiene muy poca fe en las urnas. Nuestros padres están agradecidos por que ahora pueden votar, expresó Marta Solana, de 27 años, refiriéndose a décadas anteriores en España bajo la dictadura de Franco. Somos la primera generación en decir que votar no tiene ningún valor”.La enajenación es especialmente fuerte en Europa, con sabotajes y huelgas que, en Londres y en Atenas, estallaron en violencia. Cada vez más ciudadanos de todas las edades, pero particularmente los jóvenes, están rechazando las estructuras convencionales como los partidos y los sindicatos en favor de un sistema menos jerárquico y más participativo modelado de muchas maneras en base a la cultura del internet. Los manifestantes han creado su propio espacio político en línea que es frío, algunas veces abiertamente hostil, hacia las instituciones tradicionales de la élite. En muchos países europeos la decepción es ambivalente: hacia los gobiernos federales fuertemente endeudados que están restringiendo el gasto social y hacia una Unión Europea vista como distante y antidemocrática. Los líderes europeos han dictado estrictas medidas de austeridad en nombre de la estabilidad del euro, la moneda común de la región, impuestas de forma subordinada por políticos nacionales cautivos y corruptos, dicen los manifestantes.
Dr. Laitman La decepción hacia la élite debe dar paso a la decepción hacia nuestra naturaleza, el egoísmo, de manera que comencemos a trascenderlo. La redistribución de la riqueza sin un despertar moral de las masas no arrojará resultados positivos. Todas las soluciones son parciales, es decir, nadie tiene la solución real para el problema y lo que propone la Cabalá no se considera porque se percibe como un nuevo comunismo, el cual se ha “agotado” completamente. Los economistas se muestran renuentes a reconocer que la naturaleza pone ante nosotros la condición de una completa unificación en un solo mecanismo. Es tiempo de crear un modelo económico de consumo razonable, de relaciones altruistas mutuas y del beneficio del otorgamiento. Teniendo esta visión de un futuro inevitable que nos espera como resultado de nuestro desarrollo (evolución), debemos educar a todos acerca de la entrada a un nuevo mundo.
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