Opinión: de Nouriel Roubini, profesor de Economía de la Universidad de Nueva York: Este año hemos atestiguado una oleada global de disturbios políticos e inestabilidad. No obstante esas protestas no tienen un tema unificado, expresan de diferentes maneras las serias preocupaciones de la clase trabajadora y de la clase media acerca de sus prospectos, de cara a la creciente concentración de poder entre las élites económicas, financieras y políticas. Las causas de su preocupación son muy claras: alto índice de desempleo y subempleo en las economías avanzadas y emergentes; educación y preparación inadecuada para que los jóvenes y trabajadores compitan en un mundo globalizado; resentimiento en contra de la corrupción, incluyendo sus formas legalizadas como el cabildeo; un agudo crecimiento en el ingreso y en la desigualdad de la riqueza en economías de mercado avanzadas y emergentes”. “El incremento en la deuda del sector público, privado y las burbujas inflacionarias del activo y del crédito relacionadas, son en parte resultado de la desigualdad. El crecimiento mediocre del ingreso para todos excepto los ricos en las últimas décadas, abrió una brecha entre las aspiraciones de compra y los ingresos. En los países anglosajones, la respuesta fue democratizar el crédito por medio de la liberalización financiera y en consecuencia provocar un alza de las deudas privadas en la forma de préstamos para vivienda con el fin de hacer la diferencia. En Europa, el vacío fue llenado con servicios públicos, educación gratuita, asistencia médica, etc., que no eran financiados completamente por los impuestos, lo cual elevó el déficit público y la deuda. En ambos casos, los niveles de deuda eventualmente se volvieron insostenibles. Las empresas en las economías avanzadas ahora están haciendo despidos, debido a una demanda final inadecuada, que ha llevado a un exceso de la capacidad y a una incertidumbre acerca de la futura demanda. Pero los despidos debilitan aun más la demanda final, porque reducen el ingreso e incrementan la desigualdad. Porque los costos de producción de una empresa son los ingresos y la demanda de otra, lo que es individualmente racional para una firma es destructivo para el colectivo. El resultado es que los mercados libres no generan una demanda final suficiente. En los Estados Unidos, por ejemplo, reducir los costos laborales ha reducido bruscamente el aporte del ingreso laboral al producto interno bruto. Con el crédito agotado, los efectos de décadas de redistribución del ingreso y la riqueza en la demanda colectiva (de trabajo a capital, de sueldos a ganancias, de pobres a ricos, y de hogares a firmas corporativas) han sido eliminados, debido a la menor inclinación a gastar de las firmas, de los dueños del capital, de los hogares de los ricos. El problema no es nuevo. Karl Marx sobrevaloraba al socialismo, pero tenía razón al aseverar que la globalización, el capitalismo financiero sin control y la redistribución del ingreso y la riqueza del trabajo hacia el capital podían llevar al capitalismo a la autodestrucción. Como argumentaba, el capitalismo no regulado puede llevar a asaltos regulares de capacidad excesiva, bajo consumo y a la recurrencia de crisis financieras destructivas, provocadas por burbujas crediticias, alzas y caídas de precios de los activos”. Para estabilizar las economías de mercado se requiere de un regreso al equilibrio adecuado entre los mercados y la provisión de bienes públicos. “Cualquier modelo económico que no enfrente adecuadamente la desigualdad, eventualmente sufrirá una crisis de legitimidad. A menos que los papeles relativos del mercado y el estado sean equilibrados una vez más, las protestas del 2011 serán más severas, con una inestabilidad política eventualmente dañando a largo plazo la economía y el bienestar”.
Dr: Laitman Como todos los economistas, Roubini trata de salvar la economía, es decir la conexión entre las diferentes partes de la sociedad en su intercambio mutuo de cosas de valor, sin considerar que la estructura de la sociedad ha cambiado y a partir las conexiones egoístas entre todos, surgieron nuevas conexiones de completa dependencia mutua entre todos los países, organizaciones y personas. Ninguno de los economistas actuales es capaz de considerar tal dependencia mutua porque ninguno tiene este modelo del mundo dentro de sí mismo. Para esto, la persona tiene que estar al nivel de “ama a tu prójimo”. Sólo entonces, al sentir este sistema en el interior, él o ella serán capaces de entender, simple y naturalmente, cómo comerciar, comunicarse, conectarse, distribuir, intercambiar bienes, etc. Que es lo que la economía debe describir. Por lo tanto, Marx advirtió que la transición a la nueva economía debe ir de la mano con el incremento del nivel moral de las personas, quienes entonces serán capaces de implementar esto. Baal HaSulam escribió que debemos sentarnos en una banca de escuela y estudiar. Y sólo según el grado de nuestra transformación interna, seremos capaces de entender el estado en el que nos encontramos y de ver el grado de nuestra interconexión. Entonces seremos capaces de actuar en correspondencia con esas relaciones naturales reveladas entre nosotros.
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