El deseo de recibir por el bien de uno mismo se conoce como “roto”. Y el deseo dirigido hacia el “otorgamiento” a los demás se conoce como “corregido” o sano. El deseo no se rompe, la pantalla sí. El deseo siempre está sano. Si mi deseo tiene una pantalla y al llegar la Luz, soy capaz de pasarlo hacia los otros y sólo guardo lo que necesito para mi existencia, esto significa que toda la Luz superior pasa por mí hacia los otros. Esta nunca permanece en mí; esta circula constantemente desde el mundo del Infinito hacia todos sin excepción. Entonces me siento absolutamente lleno y la fuerza de vida siempre circula en mí.
Pero si no tengo esta cualidad, es decir que no poseo la pantalla, la Luz Superior ni siquiera me alcanza. Esta regresa inmediatamente a su fuente, llevando a cabo la condición de la Primera Restricción (Tzimtzum Alef o TA): La Luz no entra en el deseo de recibir sin una pantalla. Es por esto que siento que existo “dentro de mí mismo” y no en la Luz. “El asunto de dentro de mí mismo”, el cual soy yo, se llama “este mundo”, lo que percibimos por ahora. “Este mundo” es lo que percibo dentro de mí. El mundo superior es lo que yo siento fuera de mí, cuando me conecto con el resto. Entonces percibo la vida de todo el cuerpo y toda la Luz del Creador pasa a través de mí hacia todo el resto.Es por esto que el estado en el cual tengo una pantalla, en el que estoy conectado con todos los demás y la Luz pasa hacia ellos, es llamado “corregido”. Y el estado en el que no tengo una pantalla es llamado “roto”. El deseo no está roto, la pantalla lo está, aunque usamos de manera frecuente el término convencional: “deseos rotos”.
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