Nuestro modo de vida se mide por la relación entre tres Luces: Existe la Reshimó (reminiscencia) del estado anterior; la Luz interior y la Luz circundante en el estado presente con el Masaj (pantalla) entre ellas, que separa la luz que viene a estas dos Luces. La Luz interior nos da la sensación del presente. La Luz circundante, que permanece a causa de lo que aun no hemos podido superar con el fin de otorgar, sin embargo, nos da la sensación del futuro. La Reshimo, la base sobre la cual realizo este cálculo, me da la sensación del pasado.
Mi egoísmo no corregido es lo que divide el tiempo en pasado, presente y futuro para mí. Si yo recibo un Masaj del 100% para todos mis deseos, ya no experimentaré momentos diferentes. El concepto de tiempo deja de existir y sólo existe el mundo de Ein Sof. Esto significa que ¡el pasado, el presente y el futuro no existen por sí mismos! Simplemente nos hemos acostumbrado a percibir y a sentir las influencias de esta manera, pero esto es sólo un problema psicológico. No existe el tiempo; existe sólo el estado del alma que siente la influencia de la Luz que cambia constantemente. Por esta razón, nos parece que el tiempo pasa. Cuando me muevo de la concepción del tiempo corporal a la espiritual, a la relación entre la Reshimo, la Luz interna y la Luz circundante, que determinan el pasado, presente y futuro, yo comienzo a relacionarme con esta condición de manera diferente. Se vuelve claro para mí que el tiempo no existe y que todo depende sólo de mí. Yo puedo acelerar el tiempo si me apresuro y aproximar el presente desde el pasado y desde el presente, aproximar cada vez más cerca el futuro. Todo esto depende únicamente de la velocidad en la que yo adquiera el Masaj, lo desarrolle, aclare mi situación y realice acciones con el fin de otorgar en las diez Sefirot de mi alma. Todo este es nuestro trabajo, porque no hay nada más que debamos hacer, sino acelerar el tiempo. Si “presionamos el pedal del acelerador” nosotros mismos, avanzamos rápidamente y acortamos el camino, hacemos que este nos conduzca hacia la meta deseada de manera agradable. Entonces nosotros iremos a través de él, con alegría y placer, a medida que justificamos al Creador y le damos las gracias por ser bueno y benévolo, por organizar para nosotros un camino tan maravilloso. Pero si nosotros no hacemos los esfuerzos suficientes para avanzar, si no presionamos el pedal del acelerador, sino que somos empujados desde atrás por los sufrimientos, avanzamos en el ritmo natural de la evolución en que todo sucede a “su debido tiempo”. Por lo tanto, este avance se percibe como desagradable y causa grandes sufrimientos porque la Luz que viene no encuentra los deseos que estén listos para recibirla y por lo eso se ve obligada a permanecer afuera y a presionarnos, causarnos dolor y sufrimiento. En este caso, toda la Luz viene sin “edulcorantes”, sino como es, por lo que se revela como Gevurot, como fuego ardiente. Todo proviene de la Luz, pero eso que llega puede ser recibido por deseos que están preparados para ello y que lo evocan, o que puede venir de acuerdo con el proceso natural, en su momento. Así que lo principal es acelerar nuestro trabajo.

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