
Gradualmente, comenzamos a sentir los matices del sistema, aprendemos cómo reacciona a factores externos. No importa si se trata de una sociedad humana, de una familia, de una persona o de una máquina. Todos los sistemas reaccionan a las influencias externas.
Cuando estudiamos el sistema superior: Aba ve Ima, ZON, los mundos de BYA y Atzilut, poco a poco comenzamos a asignarles nuestras propiedades a ellos, bajo la influencia de la Luz circundante. Podemos hablar de la diferencia entre Aba ve Ima (padre y madre) y ZON, que ocupa una posición por debajo de Aba ve Ima o que los mundos de BYA, nosotros distinguimos entre las líneas derecha e izquierda y reconocemos Arij Anpin con su “particiones cerebrales” e “inteligencia oculta”. Nosotros comenzamos a sentir las definiciones. Es como si conociéramos a las personas que pertenecen a un determinado grupo o como si nos conectáramos con una persona que nos es familiar, con una sensación concreta: agradable o desagradable, intimidante o no. Cuando llegamos a conocer El Zóhar y otros libros cabalísticos, nosotros relacionamos las nociones cabalísticas de la naturaleza interna y externa con nuestras propias sensaciones. Por lo tanto, empezamos a ensamblar todas las imágenes en una sola imagen, sin importar qué leemos: ya sea un capítulo semanal de la Torá, del “Estudio de las Diez Sefirot”, o del Libro del Zóhar, los cuales están escrito en un lenguaje alegórico. Empezamos a recoger todas las imágenes en una sola imagen. Todo esto se trata del sistema superior al que pertenecemos y el cual influye sobre nosotros. No importa de qué hora y lugar estamos hablando: de la esclavitud egipcia, vagando en el desierto (como se ha descrito en la Torá), de la ruptura de los mundos, o de la corrección que se describen en el “Estudio de las Diez Sefirot”. No sólo empezamos a entender que todas las fuentes hablan acerca de eventos paralelos, sólo que utilizan lenguajes diferentes, también comenzamos a conectarlos a nosotros mismos. En primer lugar, pensamos que todo estaba por fuera de nosotros y que algún sistema superior estaba en otro lugar, mientras que nosotros estamos aquí en este mundo. Pero más tarde, nuestra propia visión comienza a diferir y a reconocer que todo está dentro de nosotros y que todo está relacionado con nosotros. Toda la Torá es la instrucción (Orah) que nos ayuda a entrar en el auténtico sistema a fin de evitar el estado de inconsciencia y a mantenernos alejados de una condición de vida sin ninguna pista de dónde estamos realmente. Así es como avanza la persona gradualmente. Cuando abrimos El Zóhar o cualquier otro libro cabalístico (El Estudio de las Diez Sefirot, el Tanaj, el Midrash, o los Salmos), sólo depende de la persona y de la profundidad de su sensibilidad, que todas estas fuentes le hablen, el Creador y el regulador que los conecta entre sí, es decir, el mundo, la humanidad, el grupo y nuestros maestros, los grandes cabalistas, los autores de los libros que nos conectan con la espiritualidad. Entonces, no importa qué “lenguaje” estamos utilizando y a qué estilo nos aferramos, todo lo que importa es si tenemos suficiente tiempo y un lugar adecuado para las acciones auténticas. Nosotros sentimos que estamos frente a un sistema que nos facilita la revelación del Creador. Este sistema es tanto externo como interno y el Creador se mantiene dentro de él hasta que “Israel” (el pueblo), la Torá y el Creador se conecten dentro de un todo, como el que todos nosotros nos esforzamos siempre por alcanzar. Esto llegará gradualmente
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