Hemos vuelto de la Convención en el desierto de la Aravá, en la cual nos elevamos a un nivel muy alto y comenzamos a sentir la verdadera esencia del grupo. De ahora en adelante, podemos mirar al mundo entero, toda la realidad, toda la vida a través de este grupo, así que todo lo que suceda en este mundo será un resultado, un sello de nuestra conexión con los demás. En realidad, la Cabalá dice que primero hubo una sola realidad, un sistema espiritual. Luego, se rompió en muchas partes, que sienten que están separadas y no se pertenecen unos a otros, que está desconectados. A continuación, esta sensación de falta de conexión también desaparece y es reemplazada por el sentimiento contrario: el deseo de utilizar a los demás de todas las maneras posibles, debido a que me parecen totalmente ajenos a mí y explotarlos sin piedad para beneficio propio. Debido a esto, nuestro deseo comenzó a ser llamado egoísta.
En consecuencia, yo comencé a ver una realidad diferente: en vez de la realidad espiritual, en la que todo lo que había dentro de mi campo de visión estaba conectado junto y era mío, el mundo se volvió desconectado, dividido, fragmentado y amenazante para los demás. Y fue así hasta tal punto que yo comencé a percibir todas estas partes como si no vivieran en mi corazón, sino como externas, sentidas por medio de la visión, oído, gusto, olfato y tacto. Es como si estuvieran viviendo su propia vida, separadas de mí y por ello yo puedo usarlas. Existo yo y existen ellos. Así es como empezamos a relacionarnos unos con otros. Tenemos que retornar de este estado roto a la sensación de que de nuevo todo ensambla junto, se conecta, crece más cerca, depende uno de otro y se conecta uno con el otro. La realidad se acerca más a mí y entra en mis sentimientos, uniéndose en un todo. Entonces empiezo a ver que hay un grupo de personas en el, que están cerca de mí en espíritu y en relación con esto, se llaman mis amigos. Juntos, hacemos esfuerzos conjuntos, tratando de unirnos y convertirnos realmente en la imagen de un hombre con un corazón. Este tipo de unidad se llama garantía mutua. De la misma manera en la que en un cuerpo humano, donde todos los órganos están conectados entre ellos y trabajan en total armonía, también nosotros queremos unir nuestros pensamientos, corazón y todas nuestras acciones y así todo esto existe como un solo organismo, como un solo sistema. Vemos que el mundo entero también está acercándose a esta opinión y comprensión, a pesar de que está haciéndolo bajo la influencia de los golpes materiales, los cuales están lejos de la meta espiritual. Pero queremos ayudar a que los demás se acerquen y se conviertan en nuestros socios en ver las causas de lo que está sucediendo, para que podamos unirnos. Entonces, entenderemos que toda la historia humana es un proceso orientado hacia una meta, que nos lleva sólo a la unidad. A medida que avancemos hacia la unidad, empezaremos a ver que el mundo no fue creado de hierro y piedra, de la forma en la que aparece hoy en día ante nuestros cinco sentidos, sino que se somete a una meta, a un proceso. Todo lo demás es solo materia que lleva a cabo acciones de acuerdo a un programa, que aspira a llevar todo a una sola forma. Cuanto más anhelemos nosotros mismos este programa y deseemos ser participantes activos, involucrados, sensibles y útiles en ello, más llevamos nuestra conciencia y participación a un nivel superior, llevándonos a nosotros mismos y al mundo entero a la unidad.
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