Combustible para la unidad

Supongamos que una persona camina por la calle. Alguien la empuja duro y la “saca” de un estado mental positivo. Hoy en día, el hombre moderno tolera el sufrimiento e inhibe la reacción porque se nos enseña desde la infancia que nos abstengamos de tales reacciones. Por lo tanto los conflictos ocurren rara vez. Las personas que se restringen y acumulan una serie de insultos sin dirección, estallan finalmente debido a alguna cosa pequeña, esto ocurre normalmente en el hogar y la agresión acumulada se deposita en los más cercanos. Este es un mecanismo típico de la reacción emocional del hombre moderno. ¿Debería usted responder a ese empujón como si fuera algo positivo?. Entonces yo me siento contento por este efecto que ocurre en mí, porque puedo llegar a incluirme más en este mecanismo general, puedo volverme aún más integral.
Rav: ¡Por supuesto, es positivo! Empiezo a percibir todo lo que me sucede como algo que ocurre por una razón en este enorme mecanismo cerrado. Si alguien me empuja o algo me pasa, de esta manera se me señala dónde debo aumentar mi contacto con este mecanismo general y dónde entrar aún más profundamente en la relación integral a través de este impacto negativo. Se me muestra mi falta de inclusión. Entonces puedo ser feliz debido a este efecto sobre mí, porque puedo participar más en este mecanismo general, volverme aún más integral y subir las escaleras de los valores, visiones, sentimientos y ser consciente del mundo que me rodea, según la medida de mi la comprensión de su flujo causal, de su propósito, de mi visión y papel en él. Comienzo a ver hacia adelante a través del tiempo. El hecho es que el hombre que me causó daño no tiene nada que ver con eso. El sólo es un elemento más en el sistema común, igual que yo. Y yo no reacciono en contra de él de ninguna manera, ni desde el punto de gratitud, ni desde el punto de las emociones negativas. No siento nada con respecto a él. Yo veo este mecanismo general que nos controla, que nos ata cada vez más a la interacción global y soy muy feliz por eso, porque yo alcanzo un nuevo nivel de existencia y vivo de esta manera. Tengo que aprender y comprender este sistema, debo obtener una forma de aferrarme a él, y entonces la profundidad, la cual está más allá de la materia, más allá de este oropel en el que vivimos y jugamos, se desplegará frente a mí. Yo no quiero participar en este juego, pero quiero estar dentro de las fuerzas del mecanismo que gobierna todo esto, porque de esa manera seré eterno y perfecto, como la Naturaleza superior misma.
Pregunta: Resulta que al elevarme por encima de los conflictos que surgen y del odio, nosotros alcanzamos la profundidad de la conexión con otras personas. Es decir, ¿esta supuesta agresión negativa es el combustible para la conexión?
Rav: En general, sí. Podemos decir que lo es. No hay duda que este potencial negativo que hemos acumulado en el trascurso del largo proceso de nuestra evolución, es necesario. Lo hemos recorrido de esta manera con el fin de tener algo sobre qué elevarnos.
Comentario: Al trabajar con la gente, especialmente durante las interacciones grupales que implican un cierto nivel de unidad, hay dos etapas. La primera etapa es una así llamada transferencia positiva en la que los estudiantes comienzan diciendo: “¡Qué metodología tan maravillosa! ¡Qué maravilla de maestro! ¡Qué grupo! ¡Qué suerte tenemos! “Y entonces comienza una así llamada transferencia negativa.
Rav: Creo que no habrá ni períodos agudos positivos ni negativos. Habrá, por supuesto, subidas y bajadas ondulantesrelativas para que la gente avance en su comprensión y detección de esta metodología y de la forma en que funciona. Aquí no trabajamos con nuestro pasado y por lo tanto, preparamos a las personas para que encontremos hoy en día un nivel de percepción completamente nuevo el cual no tenemos con qué comparar. No siento que haya un lugar para las reacciones conocidas, quizás en pequeña medida, pero no en la medida en que aparecen en otros grupos o clubes.