Rav: ¿Tú crees que tú deberías cambiar la recepción por el otorgamiento y continuar disfrutando como si nada hubiera sucedido? Es imposible cambiar simplemente de uno a otro, al fin y al cabo, entonces tú otorgarías en forma egoísta con el fin de recibir, con el fin de disfrutar como antes.
Comentario: Pero yo no podría disfrutar de la recepción si comprendiera que el placer del otorgamiento mismo es mucho más sublime y no porque yo gane algo de él.
Rav: No, es imposible hacer un cálculo corporal y un cálculo espiritual en las mismas vasijas de recibir, cuando comparas entre la recepción y el otorgamiento, tú aclaras qué es lo que vale la pena. En la espiritualidad la cuenta es totalmente diferente, yo no lo hago basado en lo que hay en el deseo sino en lo que hay en el Creador, para otorgarle a Él.

Rav: Eso es lo que parece. Sin embargo, nuestra naturaleza es totalmente egoísta y eso es todo un deseo de disfrutar. Podemos verlo en los niños pequeños e incluso más en los adultos. Si hay “materia” esta no puede ser nada más que un deseo de recibir. De modo que “los idealistas” como tú los ves, no existen. Ellos son sencillamente personas cuyo deseo está direccionado en forma diferente, ellos disfrutan dando a los demás y se sienten bien con esto. Su intención es la misma intención de disfrutar pero externamente esto se expresa en diferente forma, se expresa dando. ¿En qué sentido es distinto un idealista de una madre que cuida de su hijo? Ella también le da todo. Entonces, ¿por qué no la llamamos a ella “idealista”?. Porque él es su hijo y nosotros comprendemos que la naturaleza la obliga a cuidar de él, al igual que lo hacen los animales. Por otro lado, un idealista opera para el beneficio de extraños y no vemos lo que lo motiva. Pero la misma inquietud es parte de su naturaleza también, él disfruta dando a los demás y por lo tanto actúa en consecuencia. Al final, no hay ideal aquí, es la naturaleza la que motiva a tales personas. Él no trabaja en contra de su ego, sino más bien de una manera que es natural para él. Si tú le prohíbes cuidar de los demás, él estará listo para matarte debido a que tú le estarías privando de la posibilidad de disfrutar. De modo que este mismo deseo de recibir es el que controla al idealista.
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