La solución al conflicto israelí-palestino está en manos del pueblo de Israel.
Para entender que Israel tiene la solución, debemos entender quiénes son los israelitas, cuál es su misión en el mundo y cómo el mundo responde a Israel en relación con el cumplimiento o la falta de cumplimiento de su misión.
La nación de Israel fue fundada como un grupo que se unió de todas partes de la antigua Babilonia bajo un concepto unificador común: «ama a tu prójimo como a ti mismo». Como esta nación inició con una base ideológica, no biológica, el mundo la siente como un fenómeno extraño.
La nación de Israel una vez alcanzó unidad por encima de la división creciente de la antigua Babilonia y así sigue siendo: las naciones del mundo, subconsciente, esperan que Israel les de la misma fuerza positiva de amor y conexión que alguna vez alcanzó, fue pionera y ejemplo de una nueva sociedad liderada por valores de amor, unidad, apoyo mutuo y consideración. Mientras más esté la sociedad humana destrozada por división y odio, más siente que el pueblo de Israel es responsable de la desgracia del mundo.
Por lo tanto, Palestina es solo uno de los muchos personajes que fruncen el ceño ante Israel. En consecuencia, Israel necesita responder a todos sus enemigos de la única manera que finalmente sabe: recurrir a su poder de unidad, ignorado por mucho tiempo.
Primero, el pueblo de Israel necesita comprender que, bajo muchas razones, el mundo nos da señales de su odio, ya sea por la opresión de los palestinos o por el poder que hemos logrado en los países en los que nos hemos asimilado, pero, fundamentalmente hay una demanda subconsciente más importante.
Es la demanda por nuestra unidad.
Ni los judíos ni los no judíos lo saben, porque es una base ideológica que se perdió hace unos 3,800 años y porque todos nacimos y crecimos en un rango de deseos egoístas, no tenemos idea de lo que es vivir en un estado unido. Como carecemos de todo sentimiento o experiencia del tipo de unidad que alcanzaron nuestros antepasados, no sentimos nuestra falta de unidad como tampoco sentimos la falta de un sexto dedo en nuestra mano. Simplemente no vemos que si nos unimos, resolveremos no sólo el conflicto israelí-palestino, sino que nuestra unidad tendrá un efecto positivo en toda la humanidad y se resolverán miles de otros problemas.
El pueblo de Israel no tiene oídos para este mensaje. Los que lo entienden, los cabalistas, son muy pocos, por eso no hay solución a la vista a escala de masas.
La única solución es que la nación de Israel escuche lo que las naciones del mundo quieren de ella: que implemente la unidad que las naciones del mundo demandan, detrás de toda la superficie de anti-israelismo y antisemitismo. Así todos viviremos en paz.
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