De hecho, estamos en una era de creciente hostilidad hacia Israel y va en paralelo con un aumento exponencial de crímenes y amenazas antisemitas en todo el mundo.
Sin embargo, el grado de destrucción o su opuesto, un futuro brillante y floreciente para Israel, depende únicamente del pueblo de Israel.
Si determinamos un objetivo ante nosotros, si querer alcanzar la unidad del pueblo de Israel, para difundir alrededor del mundo el espíritu de unidad, veremos que desaparece toda la negatividad hacia Israel y en su lugar, seremos testigos de una nueva respuesta positiva del mundo.
No podemos imaginar cómo será ese cambio. Por ejemplo, los líderes del mundo que actualmente tienen actitudes anti-Israel, de pronto empezarían a sentir necesidad de ayudar a Israel.
El efecto de esta masa crítica de personas unidas, movería las placas tectónicas de la conciencia humana hacia un “click” positivo y todos pensarán, sentirán y actuarán de forma armónica. Además, se sentiría al pueblo de Israel como el núcleo de la red humana en esta nueva armonía.
Por eso, la destrucción o el progreso del pueblo de Israel, depende únicamente de nuestra conducta. Si el damos paso hacia la unidad, funcionará a favor nuestro y de todos; si nos negamos a dar ese paso, continuará creciendo el odio y el resentimiento hacia nosotros, al tal grado que podrá ser mucho peor que el Holocausto. A pesar de nuestro amplio reconocimiento como pueblo inteligente y progresista, tenemos también un lado tonto que nos distingue: olvidamos nuestro pasado.
Al final del Holocausto, debimos haber hecho un resumen para que nunca volvamos a llegar a tan terrible estado, pero no hicimos nada por el estilo.
Mientras, damos pasos egoístas en el mundo y nos conducimos como cualquier otra nación, fallamos en reconocer que estamos realmente en estado de coma en relación a la ideología que nos hizo el pueblo de Israel para comenzar con: “Ama a tu prójimo como a tí mismo”, que nuestros ancestros alcanzaron bajo la guía de Abraham hace 3,800 años.
Después de estar unidos por un corto período, nuestras relaciones pronto se destruyeron en el odio infundado y desde la ruina del Templo hasta hoy, experimentamos rechazo mutuo —nuestro talón de Aquiles.
Por el momento, aún se nos tiene misericordia. Podemos seguir manejando nuestra vida en Israel y alrededor del mundo en una paz relativa, independientemente del creciente sentimiento anti-Israel y antisemita.
Es mi esperanza que en el tiempo que nos queda, hagamos lo más por unirnos y volvernos ejemplo positivo de unidad para el mundo. De lo contrario, la marea puede crecer rápidamente y de pronto nos encontrarnos atrapados en el camino de la destrucción.
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