
El proceso de desarrollo del deseo egoísta, donde el deseo de otorgar opera gradualmente, ha llevado al hombre a un estado completamente roto. El inanimado, vegetativo, y animado de la naturaleza, tanto como la sociedad humana, toda la realidad ahora son un espectáculo deplorable. Estamos en un estado muy peligroso, en una contradicción a toda la realidad. Por un lado, la realidad parece ser algo enorme, global, interconectado y completa, pero por el otro, la sociedad humana en la tierra parece haberse convertido en una placa cancerosas, un molde nocivo, que consume y destruye la naturaleza, que cubre toda la Tierra con sus desechos y excrementos. Descubrimos que somos absolutamente contrarios a la naturaleza, por lo cual tendremos que darnos cuenta en el futuro próximo, que no hay otra solución sino alcanzar el equilibrio con ella. Y esto puede llevarse a cabo porque las dos fuerzas opuestas de recepción y otorgamiento ya han sido reveladas en nosotros y están listas para que podamos empezar a utilizarlas de una manera equilibrada. Sólo entonces comenzaremos a elevarnos juntos como humanidad desde el nivel inanimado al vegetativo de nuestro desarrollo. Hasta ahora, estas dos fuerzas opuestas fueron desarrollándonos sin nuestro consentimiento. Por último, nos han traído al primer libre albedrío, y ahora empezamos a desarrollarnos por nuestra cuenta al evocar la fuerza de otorgamiento para ello para determinar nuestro desarrollo por encima de la fuerza de recepción arraigada en nosotros. Antes, la fuerza de otorgamiento fue ocultada en el interior, y ella gradualmente fue creciendo de la forma en la que crece la masa, o por el contrario, es atraída desde lejos: “Ven por aquí, hay algo aquí, hay placeres que te espera aquí”. Ahora estaremos eligiendo el deseo de otorgar por nuestra cuenta como la fuerza que deberíamos seguir en nuestro desarrollo. El otorgamiento no estará ayudando al deseo de recibir, sino que el deseo de recibir seguirá el deseo de otorgar. Tenemos que seguir tomando esta decisión una y otra vez por encima de nuestro deseo egoísta que no deja de aumentar. Mientras ascendemos, ambas fuerzas, la de otorgamiento y la de recepción, seguirán creciendo y saldrán por igual en nosotros para darnos la oportunidad de tener libertad de elección. Nosotros sentiremos que existimos en el medio de ellos. En Cabalá, este lugar se llama Klipat Noga y esta es la forma en la que avanzaremos. En cada punto de mi camino, mi elección consiste en revelar la igualdad de estas dos fuerzas en mí y preferir el deseo de dar al de recepción. El otorgamiento debe determinar mi dirección para que el deseo de recibir se desarrolle específicamente de esta manera. Así, el deseo de recibir toma la forma del deseo de otorgar, la forma del Creador. Y cuando el deseo de recibir es similar (“Domé” en hebreo) al Creador, entonces se conoce como “hombre” (“Adán“). Y utilizaremos estas dos fuerzas del mismo modo. El deseo de recibir estará en constante crecimiento y el deseo de otorgar crecerá también con el fin de darle una forma nueva. Al final, volveremos al mismo lugar donde comenzamos nuestro descenso, al mundo del Infinito, donde ambos deseos coexisten perfectamente incorporados. También adquirimos su absoluta adhesión a través de nuestra elección, puesto que actuamos desde abajo hacia arriba, hasta que el deseo de recibir adquiera toda la forma completa del deseo de otorgar. Este será el final de la corrección, la realización de nuestro desarrollo. Vivimos en un momento especial, una nueva era. La novedad de esto es que ahora, a través de nuestra elección, el deseo de otorgar debe reinar por encima del deseo de recibir placer. Esto se llama “desarrollar en la fe por encima de la razón“. Cada día se nos unen más personas cuya mezcla de deseos previa ha sido completada. Poco a poco, ellos llegan a su primera libre elección: ir desde el grado inanimado al vegetativo, para emerger como un ser espiritual creciente desde un ser inanimado.
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