
Esta actitud surge del hecho de que una mujer no puede alcanzar la espiritualidad por sí misma. Ella depende de un hombre para esto. Nuestra alma común consiste de las partes masculinas y femeninas, Nukva, es el deseo de llenado. En nuestro mundo esto se manifiesta a través del hecho de que una mujer necesita un hogar, que tiene que dar a luz y cuidar a los niños. Sus hijos abarcan toda su vida. Esa es la razón por la cual ella depende de la sociedad mucho más que el hombre. Ella necesita estabilidad y confianza en el futuro. En otras palabras, una mujer se siente más insatisfecha y esto es una premisa para su desarrollo espiritual, aunque sea percibido como una debilidad en nuestro mundo egoísta. En el movimiento espiritual todo es lo opuesto porque mientras mayor es el deseo, más avanza la persona. Nosotros, las criaturas, dependemos solo del deseo. Y si este deseo está orientado en la dirección correcta, entonces tenemos la clave del éxito. Por lo tanto, a menos que el hombre absorba el deseo de la mujer, no serán capaces de avanzar hacia la espiritualidad.
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