Baal HaSulam, “La herencia de la Tierra”; Y así se preguntó Abraham, “¿Cómo voy a saber que la heredaré”, es decir, cómo sabré que los Hijos de Israel recibirán una gran recompensa, pues de dónde obtendrán unas vasijas tan grandes que serán dignos de esta maravillosa recepción y a esto, el Señor le respondió: Ten por cierto que tu simiente será extranjera en una tierra que no es la de ellos y ellos le servirán y serán afligidos durante cuatrocientos años, y entonces se esforzarán grandemente en la Torá y las Mitzvot. “Este es el caso de quienes se ocupan de la Torá, pero aquellos que se ocupan con los llenados de este mundo y no están preparados para hacer frente a la Torá, ¿cómo van a recibir estas vasijas? De hecho, la respuesta es que esto es lo que está dicho en el Midrash, que Israel no es redimido hasta que se una. Así que vemos que tenemos que conectarnos con el mundo que nos ofrece sus deficiencias, porque nosotros por nuestra parte no tenemos suficiente deficiencias. De la misma manera que recibimos los deseos de los egipcios en el momento de la salida de Egipto.
Veamos cómo se desarrollaron las cosas. Después del éxodo de Babel nosotros bajamos a Egipto, estuvimos allí durante 210 años y nos fuimos al monte Sinaí. Luego hubo una serie de ascensos y descensos hasta llegar a la Tierra de Israel y construimos el primer Templo. Entonces caímos de ese grado y construimos el Segundo Templo. Así terminamos el trabajo del exilio egipcio. Corregimos todo el legado de los 210 años en Egipto, toda la inclinación al mal, con la ayuda de la Torá, es decir con el método de la Cabalá, que recibimos en el monte Sinaí. Después de llenar este nivel, nosotros caímos, hemos atravesado dos mil años de exilio, y ahora tenemos que ascender de nuevo. Se dice acerca de nuestro estado que: “Los hijos de Israel fueron exiliados sólo para agregar las almas de los gentiles a ellos”, las cuales son todos los babilonios. En el pasado, Abraham sacó de Babel una pequeña vasija de Israel y ahora todo Babel tiene que alcanzar la corrección. Aquí, en el exilio, encontramos los babilonios, estamos mutuamente incorporados en ellos y junto con ellos nos elevamos a la corrección, como un cuerpo que tiene una “cabeza” y un “cuerpo”. La cabeza es el punto en el corazón (*), y el cuerpo es lo que llamamos “las naciones del mundo”. Así alcanzamos la corrección mutua. El cuerpo no puede prescindir de la cabeza y la cabeza no puede vivir sin el cuerpo
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