No disfrutas la abundancia que pasa a través de ti. Es un tipo de abundancia completamente diferente, no como la satisfacción egoísta. Tú, como un invitado, quieres probar un delicioso pastel con el fin de hacer al propietario, al que lo preparó, un favor. Parecería que el pastel debe tener el mismo sabor, pero no es así.
Pregunta: Pero, cuando amo a alguien de todo corazón. Olvidándome de mí mismo, esta sensación surge sin embargo en mí. El amor es dirigido hacia otro, pero soy yo quien lo siente.
Pregunta: Pero, cuando amo a alguien de todo corazón. Olvidándome de mí mismo, esta sensación surge sin embargo en mí. El amor es dirigido hacia otro, pero soy yo quien lo siente.
Dr: Laitman Si, la sensación surge dentro de ti; sin embargo, consiste de muchos parámetros. Después de todo, recibes el placer de querer otorgar al amado. Imaginen esto. Existe el deseo receptor del Creador y el deseo receptor de la creación, que es lo que tú eres. Tú debes sentir Su recepción del deseo, sentir cómo Él quiere otorgarte, asimilar este deseo receptor dentro de ti mismo y complacerlo a Él. Principalmente, estás experimentando placer en la “cabeza”, es decir en el deseo que recibiste de Él. Entonces resulta que, dentro de Su deseo, haces un cálculo, “¿cómo puedo llenarlo?”, al menos según la medida de cuánto involucres la recepción del deseo por parte tuya”. En otras palabras, en tu deseo sientes el grado, hasta el cuál estás llenándolo a Él, y esta es ya la vestimenta de la Luz de Jassadim. Como resultado, estamos hablando de un tipo de placer muy diferente.
Pregunta: ¿Entonces cómo surge una separación si todo está dentro de mí?
Rav: La intención establece la diferencia entre una y la otra. Cuando el impulso de otorgar al Creador reina en tu “cabeza”, en correspondencia, los placeres también se vuelven diferentes.
Pregunta: ¿Podemos comparar esto con el amor hacia nuestro propio hijo? ¿Le doy un pastel sin siquiera haberlo probado?
Pregunta: ¿Entonces cómo surge una separación si todo está dentro de mí?
Rav: La intención establece la diferencia entre una y la otra. Cuando el impulso de otorgar al Creador reina en tu “cabeza”, en correspondencia, los placeres también se vuelven diferentes.
Pregunta: ¿Podemos comparar esto con el amor hacia nuestro propio hijo? ¿Le doy un pastel sin siquiera haberlo probado?
Dr: Laitman No, el placer pasa a través de ti, pero ahora todo es definido por su deseo, no por el tuyo.
Pregunta: ¿Cómo llevo a cabo esta diferenciación en el interior entre él y yo?
Pregunta: ¿Cómo llevo a cabo esta diferenciación en el interior entre él y yo?
Dr: Laitman En la primera etapa, nos elevamos por encima de nuestro propio deseo y sólo en la segunda etapa somos capaces de percibir algo externo, haciéndolo propio. Con el fin de percibir al Anfitrión, yo debo sentir Sus placeres, sentir cuánto Él disfruta el otorgamiento hacia mí y qué placer debo recibir de Él. Debo sentir que este placer ha llegado de Él y es un presente que surge del amor y no de la razón. Por medio de este amor, el me comunica la sensación de vergüenza, que ahora me ayuda a lidiar con la situación y a entenderla con el fin de construir una relación diferente. Yo tomo Sus placeres, los recibo de Él, pero no hago el cálculo con respecto al “pastel”, sino específicamente a este otorgamiento. El “pastel” es el nivel más bajo, Nefesh de Nefesh y el placer que le entrego a Él es el NRNHY completo. Aquí es donde uno debe estar alerta de no considerarse a uno mismo: “¡Ya que le estoy dando placer al Creador, justo a Él! ¡Sólo mira cómo Él disfruta de mi!” Es aquí, donde se localiza el cálculo principaly no en el “pastel”, que te fue dado simplemente como un medio, permitiéndote construir la conexión con todos los mundos. El cálculo es la cabeza del Partzuf dirigida hacia las relaciones con el Creador. Y es por eso que necesitas saber quién es el Creador, cómo actúa Él y cómo complacerlo a Él, ya que Sus vasijas, deseos, son infinitos ¿Entonces cómo protegerme en tal situación? Comparados con esto, los placeres directos no son más que una chispa, la cual ha creado el deseo, mientras que todo lo demás está condicionado por la grandeza del Dador.
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