Familia: De la neutralidad al entendimiento mutuo completo Publicado en septiembre 24, 2012 a las 8:00 am Pregunta: Hay dos tipos de familia tradicional. El primer tipo es la así llamada familia amable, agradable donde es costumbre que tú contengas tus sentimientos, tus emociones y tus pensamientos. Para mantener la paz en la familia, la persona no expresa todo lo que piensa. El otro tipo es una familia donde las personas expresan sus emociones, sus pensamientos y las cosas que no las hacen felices. La mujer constantemente señala las faltas del hombre, ella lo picotea y lo critica constantemente. ¿Cuál es el modo correcto de actuar? ¿Deberían las personas contenerse o no, expresarse o dirigir la energía de la pareja hacia la integralidad? Respuesta: Yo creo que estas preguntas deben resolverse en un grupo. Un grupo de educación integral que se ocupa de la participación de la persona en las comunidades sociales, debe también examinar estos asuntos. En un grupo como este, la persona tiene oportunidades diarias para corregir sus actitudes y relaciones con los demás. Yo creo que la respuesta es muy sencilla. Las personas deberían permitirse a sí mismas ser más honestas y abrirse, en la medida de su progreso, a la educación integral y continuar abriéndose mientras sigan completándose mutuamente unas y otras. Cuando yo siento que mi pareja no me complementa, que ella aún no me comprende y yo no la comprendo a ella, yo no sé cómo abrirme. No sé cómo actuar en estas situaciones. Nosotros permanecemos neutrales de alguna manera, pero tan pronto como somos capaces de introducirnos en nuestro contacto mutuo, en cualquiera de nuestros recursos internos tales como los deseos, las necesidades, los pensamientos y hábitos, nosotros nos abrimos. Es necesario hacer que la persona sienta que la interacción integral es lo más importante. Tan pronto como esta se convierta en una posibilidad en cualquier nivel, tú inmediatamente incluyes tus deseos, tus pensamientos, tus necesidades, tus debilidades, y todo en ella. Lo más importante es darle a la persona la meta para unirse, y eso es todo. Luego, la persona comienza a convertirse en su propio psicólogo.
Hay dos tipos de familia
tradicional. El primer tipo es la así llamada familia amable, agradable donde es
costumbre que tú contengas tus sentimientos, tus emociones y tus pensamientos.
Para mantener la paz en la familia, la persona no expresa todo lo que piensa. El
otro tipo es una familia donde las personas expresan sus emociones, sus
pensamientos y las cosas que no las hacen felices. La mujer constantemente
señala las faltas del hombre, ella lo picotea y lo critica constantemente. ¿Cuál es el modo correcto de actuar? ¿Deberían
las personas contenerse o no, expresarse o dirigir la energía de la pareja hacia
la integralidad?
Rav: Yo creo que estas
preguntas deben resolverse en un grupo. Un grupo de educación
integral que se ocupa de la participación de la persona en las comunidades
sociales, debe también examinar estos asuntos. En un grupo como este, la persona
tiene oportunidades diarias para corregir sus actitudes y relaciones con los
demás. Yo creo que la respuesta es muy sencilla. Las
personas deberían permitirse a sí mismas ser más honestas y abrirse, en la
medida de su progreso, a la educación integral y continuar abriéndose mientras
sigan completándose mutuamente unas y otras. Cuando yo siento que mi pareja no
me complementa, que ella aún no me comprende y yo no la comprendo a ella, yo no
sé cómo abrirme. No sé cómo actuar en estas situaciones. Nosotros permanecemos neutrales de alguna manera,
pero tan pronto como somos capaces de introducirnos en nuestro contacto mutuo,
en cualquiera de nuestros recursos internos tales como los deseos, las
necesidades, los pensamientos y hábitos, nosotros nos abrimos. Es necesario
hacer que la persona sienta que la interacción integral es lo más
importante. Tan pronto como esta se convierta en una
posibilidad en cualquier nivel, tú inmediatamente incluyes tus deseos, tus
pensamientos, tus necesidades, tus debilidades y todo en ella. Lo más
importante es darle a la persona la meta para unirse, y eso es todo. Luego, la
persona comienza a convertirse en su propio psicólogo.
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