Así es como funciona la fuerza genética de nuestro cuerpo cuando nos
dirige sólo hacia los placeres. En cada momento yo quiero disfrutar de
manera óptima, es decir invertir un mínimo de esfuerzo, energía y
recibir el máximo placer. Vivimos de acuerdo a este principio. El problema es que por lo que parece,
según nuestro software instalado de forma natural, nosotros
experimentamos grandes problemas a través de esta aproximación a la
vida. Si sólo anhelamos el placer, entonces en última instancia de todos
nuestros esfuerzos por permanecer así, recibimos golpes que nos obligan
a cambiar nuestro enfoque. Yo no puedo cerrar los ojos y no pensar
qué pasará conmigo, como se nos dice en Isaías 22:13: “Comamos y
bebamos, que mañana moriremos”. Eso se debe a que la expresión “mañana
moriremos” se vuelve tan terrible que ya no puedo disfrutar del día de
hoy. Aquí todo depende del nivel de
desarrollo de la persona y de toda la humanidad. Hemos llegado a tal
desarrollo en el que el futuro se ha vuelto no menos importante para
nosotros que el presente. No podemos huir de los pensamientos acerca de
él y tomar algún medicamento para vivir sólo hoy. No tendremos éxito al ocultarnos del
mañana, así que tenemos que aprender a familiarizarnos con el origen de
la vida y con su meta. Pero, mientras tanto, todavía estamos tratando de
escapar y aún no hemos alcanzado la conciencia de que esto no va a
ayudarnos. Cuando educamos a nuestros hijos, no les
decimos que lo principal es exprimir el máximo placer del momento
presente y que después habrá un diluvio. Sabemos que de esta manera es
imposible y que esto no llevará a una vida feliz. Ellos deben abrir los
ojos y saber hacia dónde van, qué les promete el día de hoy y el mañana.
Debemos descubrir la misma visión dentro de nosotros mismos, sólo que
más generalizada.
Pregunta: ¿Y qué dan esos métodos que enseñan a vivir en el momento presente?
Respuesta:
Los métodos como estos reducen a la persona al nivel de una bestia.
Porque una bestia de hecho sólo busca la manera de disfrutar de cada
momento en su vida, y así, ella en realidad no piensa en el futuro. Las bestias tienen habilidades naturales
para sentir el futuro. Sienten que un tsunami se acerca, la erupción de
los volcanes, terremotos. Tienen una sensibilidad sutil hacia la
naturaleza y los cambios climáticos. Pero estos son instintos muy
limitados. El humano ve mucho más, y tenemos que usar esto de tal forma
que no decretemos para nosotros mismos una vida de sufrimiento, y del
mismo modo que no les dejemos a nuestros hijos, a la próxima generación,
un mundo como este en el que sufrirán. Si vemos la vida con una visión más
madura y perfecta, entonces no tenemos otra opción; debemos descubrir el
programa de creación y desarrollar en nosotros la capacidad de percibir
el futuro. En general, el futuro asusta a la
persona porque ella no lo conoce y no está dispuesta a tratar con él.
Pero no se trata sólo de hablar sobre la percepción del futuro, sino
cómo obtener las herramientas a través de las cuales podemos manejar el
futuro como el presente. Nos convertiremos en los amos de nuestro
futuro.
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