
Rav: En primer lugar, tenemos que aceptar como un hecho que el modelo capitalista de los últimos 70-80 años entró en quiebra. Ya no es posible una carrera por los bienes de consumo y de servicios por varias razones: los recursos están agotándose, el medio ambiente se está contaminado y en general, el sistema ya no funciona. Ahora vemos claramente que esto va en contra del desarrollo de la naturaleza. No es realista seguir aumentando la producción y el consumo; por el contrario, la tendencia cambió hacia una que sostenga las actividades de mercado. Todavía queremos más, pero esto no funciona. La sociedad humana esta naturalmente en desarrollo hacia la otra dirección, hacia la unidad y de ninguna manera hacia donde un economista egoístas nos quiera llevar. Nada puede hacerse: Independientemente de lo que piensen, todo lo que se está desarrollando de manera diferente. Como resultado, nos encontramos en una crisis, aunque en realidad no es una crisis, sino un callejón sin salida. El punto muerto en nuestra manera de pensar nos pone en una situación desesperada. Por lo tanto, tenemos que abrir nuestros ojos y darnos cuenta de que la naturaleza establece un rumbo diferente. Tiene su propio programa y nuestros planes antagonistas no lo detendrán. A un niño terco a veces le está permitido hacer algo por sus propios medios con el fin de que aprenda de sus errores y que se encuentre en un callejón sin salida. Y la humanidad está en la misma situación ahora. Por lo tanto, tenemos que mostrar evidencia que se apoye en la propia naturaleza: Estamos obligados a estar en equilibrio con ella, lo que significa que tenemos que bajarnos al nivel de una economía equilibrada. Poco a poco tendremos que “bajar del árbol” y dirigirnos hacia una dirección completamente diferente, construir un nuevo paradigma y mirar la vida, a nosotros mismos, la institución familiar, el empleo y demás, a través de este prisma. En primer lugar, no hay necesidad de que todos estemos trabajando de 8 a 10 horas al día. ¿Para qué se necesita esto? Mira lo que está pasando con nuestros hijos. Es mejor que se queden con sus madres. Así ha sido durante mucho tiempo y sólo en los últimos cien años mudamos a la población rural, tanto hombres como mujeres, a las ciudades y fábricas. Liberemos al pueblo de este yugo. Entonces, los niños tendrán una buena educación con el apoyo de una televisión y un Internet “ajustados”. Finalmente, las madres van a pasar el tiempo con ellos en lugar de enviarlos a una guardería de tiempo completo. ¿Es correcto que haya que dejar a un bebé de uno o dos meses fuera de la casa desde la mañana hasta la noche? ¿Para qué? ¿Qué bien hace esto? ¿Quién está ganando con eso? Miles de millones en ganancias para los ricos, además de aumentar sus cuentas bancarias, hacen daño a todo el mundo y también dejan de darles placer a ellos mismos. Por lo tanto, tenemos que construir una nueva percepción del mundo, una perspectiva nueva vida: Que todo el mundo trabaje tanto como sea necesario para el equilibrio social y no para imponer una “prosperidad”. La prosperidad real se reflejara en el florecimiento de nuestras relaciones, con la sensación de estar llenos de vida y no estar en una competencia exhaustiva. Ya basta de competencia entre unos con otros por los premios imaginarios que se disuelven en nuestras manos. Es necesario traer a “todo el mundo a la tierra” de manera consciente y reflexiva, con la ayuda de la educación y poner sus pies firmemente en el suelo después de una estancia prolongada con la cabeza en las nubes de las ilusiones. De lo contrario habrá un choque y vamos a aprender a través de problemas y sufrimientos. Así que es mejor iniciar los cambios a través de la educación y aliviar los golpes que la sociedad tendrá que pasar. Simplemente no tenemos otra opción. La nueva economía tendrá que bajarnos gradualmente a un nivel de consumo equilibrado.
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