Después de todo, se tratan de leyes de la naturaleza. Toma la ley de la gravedad, por ejemplo, esta es una fuerza fija que inmediatamente me tira al suelo. ¿Puede resistir su coerción? “Yo no quiero que opere sobre mí, yo tengo mis propios planes”. Eso no funcionará. La ley opera, te guste o no. Lo mismo ocurre con las leyes de otorgamiento y recepción. Toda la realidad está llena de coerción. Tú eres libre sólo cuando tú eliges. ¿Qué clase de elección es esta? La elección es cambiar de la recepción hacia el otorgamiento con la ayuda del grupo, de la Luz que reforma y del maestro. En realidad, la recepción y el otorgamiento son una ley, una sola fuerza. Tú elección radica en cómo someterte a ella: de manera positiva o negativa. Tú lo decides por ti mismo. Entonces, ¿cuál es tú elección? ¿Vale la pena o no el otorgamiento? Tú sabes todo lo que pasó antes y algo de lo que sucederá en el futuro. Nosotros todavía no podemos sentir ni tocar el lugar donde se realiza la elección. Sin embargo, en realidad allí se abre para ti un increíble vacío. A menudo hablamos de la fábula del gusano que vive dentro de un rábano. Cuando este hace un agujero en la piel de este, se le revela a él un mundo entero. Se trata de una abertura muy estrecha y es la elección del gusano nacer o no. Cada vez que hagas esa elección, ha nacido otra pequeña parte de ti y entrarás en el nuevo mundo que ya está preparado para ti.
A pesar de que esta es una acción muy ligera y fina de mi parte, es como si yo operara un enorme sistema con sólo pulsar un botón. El lugar en el que tomo la decisión es exactamente la “espiritualidad”, donde no hay coerción. Yo abro un mundo nuevo para mí y mi actitud hacia él se vuelve libre. La ley se aplica en ambos lugares, pero cuando entro en el mundo del otorgamiento, adquiero libertad: todo esto es mío, el deseo corregido de recibir con la intención de otorgar y yo lo controlo. Yo soy realmente libre; con este deseo, yo puedo llevar a cabo cualquier acción de otorgamiento que desee. Esta es la única cosa que yo deseo y no hay restricciones. Por lo tanto, se nos dice: “No hay coerción en la espiritualidad”. Yo he nacido y trasciendo de una manzana podrida, a un mundo de maravillas, sol, aire puro y aves que cantan. Cuando yo paso a través de este estrecho pasadizo, adquiero una nueva actitud basada en el otorgamiento y me adapto a este gran mundo. En él, soy libre.
A pesar de que esta es una acción muy ligera y fina de mi parte, es como si yo operara un enorme sistema con sólo pulsar un botón. El lugar en el que tomo la decisión es exactamente la “espiritualidad”, donde no hay coerción. Yo abro un mundo nuevo para mí y mi actitud hacia él se vuelve libre. La ley se aplica en ambos lugares, pero cuando entro en el mundo del otorgamiento, adquiero libertad: todo esto es mío, el deseo corregido de recibir con la intención de otorgar y yo lo controlo. Yo soy realmente libre; con este deseo, yo puedo llevar a cabo cualquier acción de otorgamiento que desee. Esta es la única cosa que yo deseo y no hay restricciones. Por lo tanto, se nos dice: “No hay coerción en la espiritualidad”. Yo he nacido y trasciendo de una manzana podrida, a un mundo de maravillas, sol, aire puro y aves que cantan. Cuando yo paso a través de este estrecho pasadizo, adquiero una nueva actitud basada en el otorgamiento y me adapto a este gran mundo. En él, soy libre.
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