Hoy en día, descubrimos que todos los problemas yacen en nuestro ego. Evidentemente, si nosotros cambiamos, si lo reformamos, al hacerlo, nos elevaremos al siguiente grado. En esencia, este ha sido el camino del desarrollo humano que siempre tomamos: al principio de cada nueva fase parece ser algo maravilloso, brillante, práctico y progresivo. Cada cambio en las formaciones sociales promete una nueva y hermosa vida. Y luego, después de haber conseguido familiarizarnos con una nueva formación, después de haber vivido en ella durante un tiempo, descubrimos que no es tan maravillosa. El desarrollo posterior revela sensaciones, hechos y estados negativos. Y aunque seguimos avanzando, todos los aspectos negativos siguen acumulándose y en un momento dado ya no podemos soportarla. Entonces, a falta de otra opción, estallan las revoluciones, se libran guerras, o nos las arreglamos para llegar a una comprensión y lograr grandes cambios en la bifurcación, es decir, en el punto de quiebre. Así somos transformados, llegando a nuevos valores y a una nueva filosofía de vida y comenzamos el desarrollo en la siguiente fase.
Evidentemente, hoy estamos ante tal transición. El estado anterior se ha vuelto negativo y vemos su problema, nuestro ego, que echa por tierra todos nuestros fundamentos. Ninguno de los elementos de nuestra vida anterior está funcionando. Y esto significa claramente que nuestra actual naturaleza exige un cambio. En esto radica la singularidad de nuestro nuevo estado. Después de todo, anteriormente no cambiamos la naturaleza humana. Cada vez nos hemos limitado solo a desplazarnos a un mayor grado de desarrollo, como si metiéramos el cambio para acelerar. Pero ahora que hemos llegado a quinta y vamos a máxima velocidad, el motor de repente se ha vuelto loco. Y ya no podemos seguir conduciéndolo nunca más. En consecuencia, debemos cambiar el paradigma, los valores, la meta, el combustible, el motor en sí. Esto es lo que hace especial nuestra situación actual y el nuevo período en el que estamos entrando. Nosotros debemos cambiar la naturaleza humana, este motor egoísta que siempre nos impulsó a desarrollarnos, a consumir, a sentir, a entender y a descubrir algo nuevo. Hoy en día éste ya no funciona, no puede llevarnos hacia adelante. Y es por eso que debemos cambiar la fuerza natural de desarrollo.
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